Navidad en el cuerpo, episodio tres. Final… quizá. Almudena Cosgaya

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Dintel de Almudena

Navidad en el cuerpo, episodio tres. Final… quizá

 

 

Por Almudena Cosgaya

 

 

La puerta crujió al abrirse; Andrea, Rosa, Itatí y Almu cruzaron el umbral con un temor palpable. La oscuridad era una entidad viva, devorando la luz y la esperanza. Recuerdos oscuros se agolpaban en sus mentes y las lágrimas empañaban sus ojos. Pero no retrocedieron.

Desde la penumbra, una figura grotesca emergió. Parecía humana, pero había algo innatural. Un hombre alto, corpulento, con movimientos erráticos y un rostro que parecía esculpido en granito, los ojos eran dos rendijas abultadas y los labios se curvaban hacia abajo en una mueca. Era él, el ladrón de sueños, el sembrador de pesadillas.

Cuando todo parecía perdido, una melodía familiar cortó el silencio:

 

‘No vives de ensalada… no vives de ensalada’.

 

Palabras sin sentido para algunos, pero para ellas un faro de esperanza. Les recordó a un viejo amigo: con ese recuerdo la esperanza volvió a encenderse.

Andrea, con una determinación renovada, se enfrentó al líder de las sombras, un ente ancestral que buscaba extinguir la chispa navideña en los corazones de la humanidad. En un enfrentamiento final lleno de suspense, Andrea canalizó la luz de la esperanza en sus ojos hacia un resplandor deslumbrante. Rosa, Itatí y Almu se unieron a ella, tocando su hombro y sumando su energía a la de Andrea. Juntas disiparon las sombras y restauraron la magia de la Navidad.

El salón encantado se disolvió como un sueño al despertar, dejando a Andrea, Rosa, Itatí y Almu de vuelta en las calles iluminadas. Las luces de Navidad parpadeaban en los edificios, reflejándose en sus ojos llenos de determinación y esperanza.

Andrea, aunque agotada, sentía una energía nueva y vibrante en su interior. Sabía que su conexión con el Espíritu de la Navidad había marcado el comienzo de una aventura que trascendería la realidad. Podía sentirlo, un hilo dorado de magia que la unía a algo mucho más grande que ella misma.

Las amigas se adentraron en la noche, sus pasos resonando en las calles vacías. La promesa de más aventuras por venir era como una melodía dulce y emocionante que tocaba en sus corazones. Estaban listas para enfrentar cualquier desafío, armadas con la fuerza de su amistad y la luz de la esperanza.

Intuían que algo oscuro y antiguo las había marcado. El líder de las sombras, aunque derrotado, había dejado una huella. Su lucha estaba lejos de terminar. Cada sombra en la esquina, cada susurro en la noche les recordaba que la oscuridad aún acechaba.

No había miedo, sabían que mientras tuvieran la luz en sus corazones podrían enfrentar cualquier oscuridad. Y así, con la ciudad durmiendo alrededor, las amigas se adentraron en la noche, listas para enfrentar lo que viniera.

 

¿Fin?

 

 

 

Almudena Cosgaya descubrió su gusto por las historias desde niña; hacía fanfics de relatos ajenos, lo cual fue para ella un excelente entrenamiento para escribir luego sus propios cuentos, al darse cuenta de que en algunos de sus relatos de fanfic había creado un personaje que merecía su propia historia. Es autora de poemas y de prosa narrativa. En 2017 publicó su novela La maldición del séptimo invierno.

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