Navidad en el cuerpo, episodio dos. Almudena Cosgaya

Dintel de Almudena

Navidad en el cuerpo, episodio dos

 

 

Por Almudena Cosgaya

 

 

Avanzaron cautelosamente hasta adentrarse en un callejón. En ese instante sintieron que era el momento: una puerta antigua, apenas perceptible entre las sombras, se cruzó en el camino. Del otro lado fluía una melodía suave y encantadora. Andrea, impulsada por una fuerza invisible, empujó la puerta semiabierta, revelando un lugar que parecía extraído de un cuento de hadas.

Entraron maravilladas a un hermoso salón iluminado por velas cuya luz danzaba por todo el lugar, todo estaba decorado con motivos navideños. Pero no era la típica escena festiva. En lugar de Santa Claus había figuras etéreas que portaban regalos de sueños. Una figura en el trono, coronada con acebo y muérdago, se levantó con gracia.

“Elegidas”

…resonó la figura, su voz era una melodía en el aire…

“El Espíritu de la Navidad ha despertado en sus corazones. En este mundo que ha perdido la fe.”

Andrea, asombrada pero valiente, sonrió.

―No imaginaba que existiera.

―No seas tonta ―reprendió Rosa con un tono juguetón―. Siempre ha existido, solo que lo olvidamos.

La figura asintió.

“Eres una verdadera creyente.”

Alrededor de las chicas los regalos encantados cobraron vida, cada uno conteniendo un deseo que esperaba ser cumplido. Las amigas se encontraron inmersas en un mundo donde los límites entre la realidad y la fantasía se desdibujaban.

Sin embargo, a medida que la magia se intensificaba, las sombras también se fortalecían. Criaturas oscuras y sombras danzaban en los rincones del salón, amenazando con apagar la luz que Andrea llevaba consigo. El Espíritu de la Navidad les advirtió sobre las fuerzas que buscaban extinguir la alegría navideña.

“Es el momento de enfrentar la misión que las ha atraído aquí, les deseo suerte.”

―Espere… ―replicó Itatí con un tono de incertidumbre― no sabemos de qué misión se trata.

No hubo respuesta, solo una intensa luz que las cubrió. Y una vez más el grupo se embarcó en una misión épica, enfrentándose a pruebas que desafiaban límites. Luces titilantes y sombras juguetonas las guiaban a través de laberintos mientras criaturas mágicas les otorgaban dones para combatir las fuerzas de la oscuridad.

A medida que avanzaban la tensión crecía. Cada paso, cada desafío que superaban los acercaba más a su destino. Pero también los acercaba a las sombras que acechaban en los rincones, esperando para atacar.

Finalmente llegaron a la última prueba. Una puerta oscura y amenazante se alzaba frente a ellas. Con un suspiro de determinación, Almu extendió la mano hacia la puerta.

―Estamos listas ―dijo.

Su voz resonaba en el silencio. Y con un último vistazo a sus amigas, abrió la puerta.

Lo que encontraron al otro lado, sin embargo, es una historia para otro día…

 

 

 

Almudena Cosgaya descubrió su gusto por las historias desde niña; hacía fanfics de relatos ajenos, lo cual fue para ella un excelente entrenamiento para escribir luego sus propios cuentos, al darse cuenta de que en algunos de sus relatos de fanfic había creado un personaje que merecía su propia historia. Es autora de poemas y de prosa narrativa. En 2017 publicó su novela La maldición del séptimo invierno.

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