Primera jornada. Marco Benavides

Jornada

 

 

Por Marco Benavides

 

 

La alarma suena y el trabajador abre los ojos. El despertar se convierte en una ceremonia de transición, un rito que marca el fin de las festividades y el regreso a la rutina cotidiana. La mañana se despierta lentamente, con la penumbra del amanecer filtrándose tímidamente por las cortinas entreabiertas.

El silencio envuelve la habitación como un manto invisible y el sonido lejano de la ciudad que comienza a despertar se filtra a través de las grietas de las ventanas. La magia de las festividades aún se aferra a la esquina de la conciencia, pero el mundo exterior reclama su atención recordándole que la vida sigue su curso inexorable. Y que hay cosas mundanas que pagar.

El cuerpo, acostumbrado al lujo de unas vacaciones relajadas, se resiste a abandonar la cama cálida y acogedora. Las responsabilidades laborales se presentan como sombras en el horizonte y el alma suspira ante la perspectiva de abandonar el refugio temporal de las celebraciones para enfrentar la realidad de la vida cotidiana.

Al levantarse, los pies encuentran el suelo frío, una sensación que contrasta con el calor que aún se aferra a las mantas. La habitación está impregnada de un silencio que parece amplificar el latido del propio corazón. Es como si el universo, al igual que él, estuviera tomando una pausa antes de sumergirse de nuevo en la vorágine de los días ordinarios.

Mientras se asea y desayuna, los recuerdos de las risas compartidas y las cenas festivas se deslizan por la mente como destellos de una película. Sonríe. Las melodías alegres de los villancicos que resonaron durante las últimas semanas han cedido su lugar al silencio, dejando una sensación de vacío que se extiende por los rincones de la casa.

El camino hacia su trabajo se convierte en un viaje irreal través de la transición. Las calles, una vez adornadas con luces centelleantes y decoraciones festivas, ahora parecen desnudas y desprovistas de magia. La ciudad, que durante las festividades vibraba con un palpitar especial, ahora se despierta lentamente, como si se estirara y bostezara ante la llegada del nuevo año.

El tráfico se desliza con la monotonía de siempre, pero el trabajador siente un cambio en el aire. La gente regresa a sus labores diarias con una mezcla de resignación y determinación. El cambio de año, en lugar de infundir una sensación de renovación, a menudo trae consigo una carga de expectativas y reflexiones. El futuro se presenta como una hoja en blanco, pero la incertidumbre se cierne en cada esquina, recordándole que, aunque el calendario ha cambiado, los desafíos y las preguntas persisten.

La oficina recibe al trabajador con las mismas paredes grises y los murmullos familiares de las conversaciones de café. La computadora parpadea, aguardando las tareas que se acumularon durante las vacaciones, y la bandeja de entrada del correo electrónico parpadea con mensajes no leídos, esperando ser abiertos y abordados.

Casi sin pensarlo, se sumerge en sus deberes con una especie de resignación serena. Las reuniones, las fechas límite y las responsabilidades se despliegan ante él como un mapa de tareas que debe navegar. Mientras tanto, su mente vaga, buscando respuestas a las preguntas que se esconden en los rincones de su conciencia. ¿Qué depara este nuevo año? ¿Logrará cumplir las metas que se propuso, o caerán nuevamente en el olvido bajo la presión de lo cotidiano?

El reloj avanza con su implacable tic-tac y la jornada laboral llega a su fin. El trabajador se despide en silencio de la oficina, llevando consigo la carga de las responsabilidades y la incertidumbre del futuro. El camino de regreso a casa se vuelve un eco de la mañana, pero esta vez la fría oscuridad envuelve la ciudad y las luces artificiales titilan en la distancia.

Su casa, que una vez rebosaba de risas y algarabía, ahora se siente callada y vacía. La cena frugal se prepara con la misma eficiencia de siempre, pero la atmósfera carece de la camaradería festiva que caracterizó las semanas anteriores.

La jornada termina con el trabajador retirándose a descansar, entrando en la quietud de la noche. Mientras el reloj avanza hacia la medianoche, cierra los ojos y se sumerge en un sueño que se convierte para él en un puente entre el ayer y el mañana.

 

2 enero 2024

 

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Marco Vinicio Benavides Sánchez es médico cirujano y partero por la Universidad Autónoma de Chihuahua; título en cirugía general por la Universidad Autónoma de Coahuila; entrenamiento clínico en servicio en trasplante de órganos y tejidos en la Universität Innsbruck, el Hospital Universitario en Austria, y en el Instituto Mexicano del Seguro Social. Ha trabajado en el Instituto Mexicano del Seguro Social como médico general, cirujano general y cirujano de trasplante, y también fue jefe del Departamento de Cirugía General, coordinador clínico y subdirector médico. Actualmente jubilado por años de servicio. Autor y coautor de artículos médicos en trasplante renal e inmunosupresión. Experiencia académica como profesor de cirugía en la Universidad Autónoma de Chihuahua; profesor de anatomía y fisiología en la Universidad de Durango. Actualmente, investiga sobre inteligencia artificial en medicina. Es autor y editor de la revista web Med Multilingua.

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