Dintel de Almudena
Inmortal
Por Almudena Cosgaya
En una antigua ciudad, cuyo nombre se ha perdido en el tiempo, donde las calles adoquinadas estaban envueltas en niebla y los edificios góticos se alzaban como tumbas, vivía Fernando, un hombre cuya historia llena de misterio y condena se remontaba a siglos atrás, cuando recibió el beso de la inmortalidad.
En su juventud había sido un músico talentoso y apasionado, su música era tan cautivadora que seducía almas enteras. Fue durante una actuación nocturna en un teatro lúgubre cuando conoció a una mujer extraordinaria llamada Catalina.
Catalina era una enigmática belleza de cabello oscuro como la medianoche, parecía una aristócrata de otra Era, sus ojos eran profundos pozos de secretos oscuros y su voz susurraba promesas de placer y eternidad. Fernando quedó hechizado por ella casi de inmediato, juntos se sumergieron en un romance apasionado.
Pero Catalina ocultaba un secreto. Era una criatura inmortal que se alimentaba de la sangre de los mortales para mantener su juventud eterna. Cuando Fernando descubrió la verdad, fue demasiado tarde para escapar de su influencia hipnótica ni del amor que le devoraba el alma.
Con una maldición Catalina lo convirtió en su igual, un vampiro sediento de sangre. Juntos vagaron por la noche cazando a los vivos para satisfacer su sed de vida. Pero la inmortalidad no era un regalo; era una maldición que los separaría de la humanidad y los condenaría a la soledad eterna.
Con el tiempo, Catalina se volvió fría y despiadada mientras que Fernando mantenía un atisbo de humanidad en su interior. Sus caminos finalmente se separaron cuando él decidió rebelarse contra su naturaleza vampírica. Buscó refugio en una iglesia antigua y se sumió en un letargo que duró siglos.
Despertó en una época donde el mundo había cambiado drásticamente. Las antiguas costumbres habían sido reemplazadas por la tecnología y el progreso. La humanidad había avanzado, pero Fernando seguía atormentado por su inmortalidad. Se convirtió en un espectro errante, observando el mundo con ojos que habían visto siglos de oscuridad. Un escalofrío le recorrió la espina dorsal al contemplar lo que la humanidad se había convertido.
En busca de redención, Fernando llegó a una misteriosa biblioteca en las profundidades de la ciudad. Allí conoció a una joven llamada Sofía, una erudita con una pasión por los libros antiguos. Ella era la antítesis de Catalina: radiante, viva y llena de compasión.
Sofía se sintió intrigada por Fernando y juntos emprendieron una investigación para desentrañar los secretos de su condición. A medida que se adentraron en las páginas de antiguos grimorios y manuscritos descubrieron un ritual ancestral que podría romper la inmortalidad de Fernando.
El precio del ritual era alto, y el desenlace estaba lejos de ser claro. Decidieron arriesgarse y llevar a cabo el rito, sin saber si traería la liberación o la destrucción.
El ritual se llevó a cabo en una noche de luna llena, en el noveno mes, en un rincón oscuro de la biblioteca. Círculos de velas y símbolos arcanos rodearon a Fernando mientras él se preparaba para enfrentar su destino. Sofía recitó las palabras ancestrales, y un vórtice de energía oscura lo envolvió.
La sensación de su propia existencia se desmoronó mientras la maldición de la inmortalidad era arrancada de su ser. La agonía y el éxtasis se entrelazaron en un torbellino de sensaciones mientras su cuerpo se consumía.
El ritual llegó a su culminación. Fernando se desplomó en el suelo, agotado y transformado. Miró a Sofía con gratitud y amor, pero lo que vio en sus ojos le llenó de terror.
Sofía, con una sonrisa triste, le susurró: «Ahora, tú eres libre». Y en ese momento desapareció en la nada, como un sueño efímero.
Fernando se dio cuenta de la verdad. Sofía nunca había sido una joven mortal. Ella era un espíritu, un ser que había existido por siglos, atrapada en la biblioteca, esperando liberar a aquellos que buscaban redención para de esa manera poder elevarse a la eternidad.
La inmortalidad había sido arrebatada de Fernando, pero el precio que había pagado era perder a la única persona que había amado en siglos. La soledad, en su forma más cruel, regresó a su vida.
En ese momento, el mundo a su alrededor se desvaneció, Fernando quedó solo en la biblioteca oscura y silenciosa. La maldición de la inmortalidad había llegado a su fin, pero la condena de la soledad se había vuelto aún más aterradora y sin embargo no se dejaría atrapar.
Hoy Fernando, tiene un emporio y una familia. La soledad no duró a su lado, celosa se había marchado al conocer a su esposa y sus hijos que llenaron de alegría los recuerdos pasados.
Y tú… ¿buscas la inmortalidad?
Almudena Cosgaya descubrió su gusto por las historias desde niña; hacía fanfics de relatos ajenos, lo cual fue para ella un excelente entrenamiento para escribir luego sus propios cuentos, al darse cuenta de que en algunos de sus relatos de fanfic había creado un personaje que merecía su propia historia. Es autora de poemas y de prosa narrativa. En 2017 publicó su novela La maldición del séptimo invierno.
Excelente escrito. Muchas gracias por compartir esta aventura. Felicidades.
Muy intrigante el relato gracias 🫂