Crisálidas. Eugenia Naborski

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Crisálidas

 

 

Por Eugenia Naborski

 

 

No puedo llorar en casa.

Pero afuera

no puedo tocarme la cara cuando lloro.

Amanece.

Mi vecino está sobre su azotea.

Me pregunto

si él tampoco puede llorar adentro.

 

 

Hubo un tiempo en el que las personas no salíamos a la calle porque podíamos morir y, si era completamente necesario, lo hacíamos vestidas de astronauta, armadas con Lysol en una mano y papel de baño en la otra. No había cerveza. Estaba prohibido tocar a los demás y tocarse a uno mismo. Y la inmensa población femenina creía que Hugo López-Gatell era guapo.

Así podría iniciar un relato a nuestros nietos para contarles de la gran pandemia que inició en el año 2020. Hoy encontramos esto casi como una ficción, de no ser por todas las pérdidas a las que nos enfrentamos a lo largo de este tiempo y que nos recuerdan la realidad. 

En abril del 2020, Gisela Franco lanzó una convocatoria para Crisálidas, una compilación de textos creados por mujeres durante el encierro de la pandemia. Cuando escribimos y enviamos nuestro trabajo, ninguna de nosotras sabíamos cuándo terminaría el confinamiento, ni en qué se convertiría. Dos semanas se hicieron dos meses, que se hicieron dos años.

Tampoco imaginábamos qué sería de nosotras, sitiadas dentro de cuatro paredes.

Gisela acertó, sin duda, con el título de este proyecto, porque era inevitable una transformación a partir de la forzada reclusión.

En mi caso, estuve completamente sola por meses: terminé con mi pareja, perdí mi trabajo, perdí mi casa, mi perro se murió. Si algo todavía vivía dentro de mí era mi voz.

 Y esa voz no estaba sola. Me acompañaba la voz de mi madre, de mi abuela, de mis hermanas, de mis amigas, de mis escritoras favoritas: Virginia, Clarice, Anne, Terry.

Terry Tempest Willams relata su experiencia en la cárcel en Cuando las mujeres fueron pájaros: “Alas cortadas, pájaros enjaulados, aquí la única libertad es para decir la verdad (…) Lo único que tenemos es tiempo”.

En Crisálidas escribimos la verdad, nuestra verdad. Mi veldad. (Dentro de las tragedias de la pandemia, empecé a seguir a Niurka Marcos en IG).

De pronto fueron tantas las voces de mujeres que me acompañaron cada mañana, como los trinos de las aves frente a la jacaranda de mi ventana. Su presencia me regresó la fe.

Sí, vivir se convirtió en un acto de fe. Y la gratitud, en una forma de vida. Mira que agradecer obligarse a lavar otra vez los platos para no enloquecer, habla de una gran transformación.

Gracias, Gisela, por tu maravillosa labor como recolectora de voces. Entre el sentimiento de pérdida y desolación, nos diste a 51 mujeres la esperanza de ser escuchadas por alguien más que nuestro perro o nuestro gato.

Gracias a todas las mujeres que se armaron de valor para compartir un poquito de su alma en este libro.

Crisálidas no es solo una compilación de nuestras voces, ahora también es un vestigio histórico de que un día salimos a las azoteas, contemplamos el tiempo y dejamos de dar por sentado lo milagroso: la salud, los abrazos, la cerveza.

Dice Terry Tempest Williams: “Hace mucho tiempo, cuando las mujeres fueron pájaros, existía el sencillo entendimiento de que cantar en la madrugada o cantar en el atardecer era curar al mundo a través de la dicha. Los pájaros recuerdan lo que nosotras hemos olvidado, que el mundo está hecho para ser celebrado”.

Este libro es una verdadera celebración de la vida.

 

(Texto leído en el Senado de la República durante la presentación del libro Crisálidas. Poesía del encierro. Gisela Franco, compiladora. Chihuahua, México: Vía Áurea Editorial, 2021).

 

 

 

 

Eugenia Naborski estudió artes plásticas en la ENPEG La Esmeralda en la Ciudad de México y en la Escuela Estatal de Artes en Karlsruhe, Alemania. Ha sido profesora de niños y adolescentes durante 15 años en diferentes escuelas, como el Tec de Monterrey y la Universidad Latinoamericana, y es directora en SAE Institute México. Ha producido literatura infantil. En los años más recientes, la comedia de stand-up ha sido el medio que ha aprovechado para expresarse. Ha escrito los poemarios Un montón de hojas: poemas de otoño escritos por un árbol en peligro de defoliación, El Reino del Revés y otros universos paralelos y Poemas ridículos de mudanza y pandemia.

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