Cuatro habitaciones de Mariana, libro de Arelí Chavira. Luis Kimball

Spread the love

Cuatro habitaciones de Mariana, libro de Arelí Chavira

 

 

Por Luis Kimball

 

 

A mitad del libro Cuatro habitaciones de Mariana, las categorías ‒los cuatro apartados que lo componen‒ parecen responder a edades como las vive una mujer del mundo libre en este siglo XXI.

 

Cuando era niña siempre estuve rodeada de libros, así que pronto me inicié en el oficio de lectora; no tenía mucha conciencia de lo que eso significaba, pero poco a poco me fui dando cuenta que esos relatos ajenos tenían partes de mi vida y de mis pensamientos.

 

Así se presenta la autora durante el prefacio.

La sociedad del cansancio flota de a muertito, sin que la Mariana multitareas revele tiempo para tomarse el pulso o nadar a sus anchas en el mar de libertades contemporáneas:

 

En mi corazón existen deseos de hacer cosas, muchas, maravillosas, extravagantes, sencillas. Dentro de mí vive otra, aquella que quisiera ser y no me atrevo. Tengo miedo de fracasar, decepcionarme de mí (p. 16).

 

En la era de las masas, el personaje de Mariana no enfrenta escenarios originales ni la autora parece dispuesta a involucrarla en situaciones extraordinarias, pero las circunstancias distintas llegaron:

 

Hoy, uno de junio, cuento 84 días de encierro en los cuales no he tenido de cerca a mi familia, a mis estudiantes, a mis compañeros de trabajo, a las personas que, al igual que yo, tienen que salir a comprar alimentos (y que de ninguna manera quisieran tener cercanía conmigo (p. 17).

 

La pandemia se ha hecho presente, como en el Decamerón en aquel siglo XIV, solo que, aquellos 100 surgieron de un hacinamiento que solo obligó a Florencia, pues durante la peste bubónica no existían viajantes de avión y por nada se iba a detener el comercio intercontinental por mar.

 

La novedad aquí, lo creas o no, es que me he amigado, aunque fuera por obligación, con la cocina (p. 17).

 

Se empiezan a notar las diferencias: el Decamerón desarrolla una cuentística picaresca entre los hombres y mujeres hacinados; Mariana enfrentará el fantasma de todas aquellas cosas por las que trabaja, que no le ha dado tiempo ni de conocer… Porque siempre terminamos enfrentando nuestros fantasmas, cuando hay pandemia o hay suerte. Surge una serie de apariciones de amor por correspondencia electrónica y convencional para las que Mariana no requerirá salir de casa.

¿Qué pasó con nuestra pandemia del mundo? ¿Quién se juntó a contar cuentos o dónde habrá estado la corrupción del estrato económico que no renunció a sus viajes de placer, del desfondo histórico evidenciado de los sistemas de salud estatal?

Mariana asistirá casi incidentalmente a diagnosticar su embarazo de tres meses y su inmediato aborto posterior: no es que tenga que, pero esa cita de amor tampoco se concreta, ¿o sí?

No muchas otras cosas ocupan a Mariana. A pesar de sus actitudes algo anodinas, tiene una casa propia y su propio dinero, sin que le satisfaga mucho el empleo proveedor; se irá cruzando en su abrir de ojos con las más sabidas conductas estereotípicas: galanes godínez trasnochados, celotípicas histéricas… Pero el malestar de la época que vuelve sobre si misma ‒este siglo XXI sí se hace evidente: el libro no nos lleva a asistir a cuatro etapas en la vida de una mujer: sino que la Mariana resulta un ariete que oscilará entre unos 20 años de edad‒, algunas veces debió nacer en 1970, otras en el 90, pero carácter y temperamento se mantienen consistentes cuando deba enfrentar los primeros fantasmas del hacinamiento, después los propios del cuento fantástico para acabar en redondo con los de la auténtica soledad. El pretendiente con nombre o anónimo vuelve y vuelve, encarnado o desencarnando:

Como curiosidad, los hombres en este libro, amigos o compañeros, solo aparecen como pretendientes, sin buscar ninguna concreción; incluso cuando aparece un matrimonio, es conflictivo y parece que alguien debería separarlos. La imagen de la mujer que muere sola también se repite, más como la misericorde eutanasia que como suicidio; uno de los cuerpos lleva tres años encerrado con la televisión prendida. El relato final es el de la loba esteparia, la última de su estirpe vagando entre los objetos costosos de su casona. Ya para todo esto, será mejor que usted, lector, se haga del libro.

 

Chavira, Arelí: Cuatro habitaciones de Mariana. Editorial Instituto de Cultura del Municipio de Chihuahua, México, 2021.

 

 

 

 

Luis Kimball nació en Chihuahua en 1974. Vivió en Chihuahua, en Veracruz, en la ciudad de México, y ahora reside en Querétaro. Hizo estudios universitarios que no le satisficieron. Se interesa en el conocimiento y escribe desde joven, ha publicado en la revista Solar y en Manual del desierto. Es coautor del poemario Luna de hiel para tres, y autor de Puros de amor. Ha participado en la coordinación de espacios culturales y actualmente coordina el taller literario Escritura al día.

Deja un comentario