Habemus nuevo drama. Aracely Sánchez Ruiz

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Yo opino/ la columna de Aracely

Habemus nuevo drama

 

 

Por Aracely Sánchez Ruiz

 

 

“Ahora soy Leona Bravo… estoy dispuesta a infiltrarme en el mundo de los Torrenegro para hacer justicia… los Torrenegro me dejaron sin nada… y yo voy a arrancarles todo”.

Es el ridículo e inusual monólogo de Angelique Boyer en la cortinilla de entrada de la nueva producción de Juan Osorio, El amor invencible, que se estrenó el pasado 20 febrero por Las Estrellas, luego del inesperado final de Cabo el viernes anterior.

Pero aquí sí hay lágrimas de verdad, se ven claramente rodando por las mejillas de la protagonista, no como en la novela del “Güero” Castro, donde los personajes lloraban sin derramar una sola gota de agüita salada y nomás hacían pucheros con los ojitos apretados y la “trompa” torcida, pero eso… es otra historia.

Y es que no es para menos, pues la historia, basada en Lágrimas de sal o Mar Salgado, de la autora portuguesa Inês Gomes, nos habla de Marena, a quien hace 15 años le arrebataron en un dos por tres a todita su familia: sus padres, su hermanita y sus dos bebés recién paridos, fruto de su amor con Gael. Y “pa’ amolarla de acabar” ‒como decía Jorge Negrete en Dos tipos de cuidado, ¿o era Pedro Infante? a su mejor amigo, Adrián‒.

La tragedia ocurrió tras descubrir que el padre de Gael, el empresario cervecero Ramsés Torrenegro (Guillermo García Cantú), manejaba una red clandestina de trata de blancas, mientras las autoridades del pueblo se hacían “de la vista gorda”, compradas por el déspota villano.

En la actualidad, Marena (Angelique Boyer) es una profesional exitosa con una nueva identidad: Leona Bravo, un nombre que describe a la perfección la fiereza y determinación con la que busca hacer justicia, introduciéndose para ello en los dominios de la familia Torrenegro.

Con la mirada puesta en su objetivo, Leona se reencuentra con Adrián (Danilo Carrera), al que creía muerto y que ahora se hace llamar David Alejo, quien a su vez se había fijado la meta de vengar a Marena, de la que siempre ha estado enamorado.

La familia de David recibe a Leona en la vecindad, donde le renta un cuarto. Por cierto, la madre (Luz María Jerez), la hermana (Alejandra Ambrosi) y el propio David se cargan un exagerado tonito costeño que después de más de una década viviendo en CDMX ya se les debería de haber quitado, pero tal parece que así le gusta al productor, porque también sus “Cuquitas” de El último rey tenían un marcado acento rancherito, pero eso también es otra historia.

En contraste, los Torrenegro viven en una zona residencial, en una mansión de cristal donde casi todas las paredes son transparentes y no es fácil esconderse; si no lo creen, pregúntenle a Gael (Daniel Elbittar), quien es cachado in fraganti por su celosa esposa Columba (Marlene Favela), dándose unos arrimones y atrevidos besotes con la enfermera de su hermana, que se llevó tremendo jalón de greñas y su merecida arrastrada hasta la salida.

Es precisamente la rehabilitación de Camila (Gabriela Platas), quien se encuentra atada a una silla de ruedas a consecuencia de un accidente, el pretexto perfecto para que David, quien es terapeuta físico, acceda a la acaudalada familia para cumplir su plan. Además da pie para promover el Centro de Rehabilitación Infantil Teletón (CRIT), donde trabaja el personaje. No, si estos televisos no dan brinco sin huarache.

En los próximos capítulos “Leona y David emprenderán un viaje de justicia y romance, en el que poco a poco descubrirán que nadie puede detener su amor invencible”, así resume Wikipedia (palabras más, palabras menos) la sinopsis de la telenovela estelar de Televisa.

 

 

 

 

Aracely Sánchez Ruiz es licenciada en relaciones industriales egresada del Instituto Tecnológico de Chihuahua, trabajó 18 años en El Heraldo de Chihuahua, donde inició como correctora y los últimos doce años como reportera de la sección de espectáculos y cultura. Actualmente escribe notas y comentarios en Facebook.

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