Un romance trasatlántico. Aracely Sánchez Ruiz

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Yo opino/ la columna de Aracely

Un romance trasatlántico

Sara y Mike rompieron el mito de que amores de lejos… no resultan bien

Más de 9 mil kilómetros no bastaron para separarlos

 

 

Por Aracely Sánchez Ruiz

 

 

Dicen que la distancia es el olvido, pero el amor es capaz de superar cualquier prueba y eso lo saben Sara y Mike, pues los más de 9 mil kilómetros entre Chihuahua y Bonn no fueron suficientes para separarlos.

Sara Sánchez y Mike Castañeda se conocieron mientras estudiaban en Escograf en 2006, habían estado en la misma prepa pero nunca se habían visto y en la escuela de diseño gráfico tampoco habían coincidido hasta ese año en que ambos viajaron a la Bienal del Cartel en Veracruz.

A ella le gustó por su barba y por grandote, pero más tarde la cautivaría su dulzura. En ese momento no pasó nada especial, pero empezaron a comunicarse a través de Messenger.

Sara no estaba muy convencida de tomar el riesgo, prefería que solo fueran amigos a traerlo dando vueltas, pero Mike sabía desde el principio que ella era el amor de su vida. Esperó pacientemente y un día, regresando de una fiesta, le pidió que fuera su novia. A los cinco minutos de haberle dado el sí tan solo con un gesto, Sara se arrepintió, pero él calmó sus temores y empezaron una relación.

Al año de noviazgo se separaron por primera vez. Sara tenía claro que quería estudiar una maestría en UTEP y le costaba trabajo hacer ese sueño a un lado, pero Mike la alentó a continuar y prometió seguirla si era posible, si no, de todos modos contaría con su apoyo.

En ningún momento pensaron terminar y empezaron a hacer planes juntos, Mike había pensado hacer la maestría en Veracruz, pero no tardó en comprender que ya no importaba tanto el lugar. Así que aplicó también a UTEP y aunque solo consiguió irse un semestre cumplió su promesa de alcanzarla.

Con la convivencia aprendieron que eran compatibles, fue la primera vez que Sara se dio cuenta que quería casarse con él.

Separarse de nuevo fue especialmente difícil después de seis meses viviendo juntos, viéndose todos los días, sintiendo que estando unidos no hacía falta nada más.

Comenzaron una travesía de ida y vuelta entre El Paso y Chihuahua, pero cada despedida dolía igual, era como vivir en una burbuja cuando él llegaba y cada vez que se iba la burbuja se rompía.

Pero muy pronto se darían cuenta que no importaba cuántas veces se separaran, ni cuántos kilómetros, porque el sentimiento era el mismo.

Así pasaron casi cuatro años en los que incluso Sara viajó a Indonesia y por primera vez fueron miles de kilómetros los que los separaron.

Sara estaba por graduarse de UTEP y debía conseguir trabajo, estaban justamente planificando cómo resolver el asunto cuando se presentó la oportunidad de aplicar para un puesto en Alemania por seis meses. Sara envió el currículum más por diversión que por convicción, pero consiguió la entrevista y obtuvo el empleo.

Por supuesto, Mike fue el primero en saberlo y nuevamente le mostró su apoyo incondicional, su alegría era genuina, no de dientes para afuera, sin dramas, ni celos. Le acompañó a hacer todos los trámites y cuando las cosas se atoraban, le dio ánimos. En ningún momento tembló la relación, tenían muy claro que iban a encontrar la manera de seguir juntos.

Ya instalada en Alemania, ella vio la oportunidad de extender su contrato por más tiempo, mientras él limitaba sus gastos y empezaba a ahorrar para ir a su encuentro.

Cuando al fin se reunieron, recorrieron Europa y estando en París, el jueves 4 de septiembre de 2012, Mike le propuso matrimonio, le entregó un anillo y brindaron con champaña al pie de la Torre Eiffel, justo como Sara había soñado; aunque no hubo aplausos como en las películas de Hollywood, era lo que menos importaba.

Para entonces ya habían hablado de matrimonio, pues Sara había recibido una oferta para trabajar en Bélgica y era la manera más rápida y viable para que él se pudiera quedar más tiempo.

Sin embargo, mientras se resolvía lo del trabajo en Bélgica y otras situaciones, decidieron guardar el secreto unos meses y no se lo dijeron a nadie.

Sería el secreto mejor guardado, pues al final regresaron a México en diciembre para empezar de nuevo y mientras buscaban trabajo para establecerse, ocultaron su situación a familiares y amigos, incluso a los padres de ambos.

A los seis meses empezaron a pensar en anunciarlo porque ya veían que las cosas en Chihuahua iban agarrando rumbo, estaban tratando de encontrar el momento justo cuando falleció la abuelita de Mike y retrasaron la revelación.

No fue hasta el cumpleaños de Sara, el 1º de septiembre de 2013, casi un año después, que lo dieron a conocer a sus familiares y amigos, solo dos días antes habían dado la noticia a sus padres.

Ya para entonces había surgido otra oportunidad de trabajo en Alemania y los planes habían cambiado, pero si de algo estaban seguros, era de querer pasar juntos el resto de sus vidas.

Su idea siempre fue que la mejor oportunidad de trabajo o de vida que consiguieran uno u otro marcaría el camino a seguir.

Mike estaba muy contento en su trabajo, pero entonces estaban viendo cuál era la mejor decisión y al parecer en Alemania el futuro pintaba mejor. Luego Sara consiguió otro trabajo que le ofrecía un contrato más largo y recomendó a Mike para el puesto que dejaba, él tuvo su entrevista y se quedó.

El 6 de noviembre de 2014, Mike invitó a Sara a cenar en su restaurante favorito en Bonn, donde teniendo como fondo musical su canción, Pajarito del amor, de Carla Morrison, le reiteró su amor y le entregó un nuevo anillo de compromiso.

Lo había mandado a hacer en complicidad con la madre y la madrina de Sara, el joyero había fundido las argollas matrimoniales de sus padres y el anillo de compromiso de su madre pagó parte de la hechura.

Las piezas iban embonando, la realidad de la boda se iba haciendo más tangible, los planes seguían adelante y un mes después regresaron juntos a Chihuahua.

Sorteados todos los obstáculos y resueltos todos los trámites, Sara y Mike se casaron el 19 de diciembre en una ceremonia íntima a la que solo asistieron sus padres, los testigos y algunos familiares cercanos.

Con el cambio de horario y todos los preparativos, Sara no había tenido tiempo de ponerse nerviosa hasta esa mañana, tenía pánico de equivocarse cuando el juez le preguntara y decir “no” en la confusión, pero al final respondió con un firme “sí, por siempre”.

El 9 de abril de 2016, Sara y Mike se juraron amor eterno ante Dios en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús y actualmente siguen viviendo en Bonn, felices y convencidos de haber tomado las decisiones correctas.

“Desde hace mucho tiempo compartíamos el mismo aire y no nos habíamos dado cuenta, hasta que empezamos a salir. Y pienso que desde que estamos juntos hemos tenido mucha luz”, concluyó mi sobrina Sara, cuando me compartió su historia de amor.

 

 

 

 

Aracely Sánchez Ruiz es licenciada en relaciones industriales egresada del Instituto Tecnológico de Chihuahua, trabajó 18 años en El Heraldo de Chihuahua, donde inició como correctora y los últimos doce años como reportera de la sección de espectáculos y cultura. Actualmente escribe notas y comentarios en Facebook.

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