El trío
Por Araceli Loya y Jesús Chávez Marín
Una noche, Sophia y Verónica fueron a una cantina donde había karaoke. Al momento de salir se encontraron con un tipo bien parecido, un joven de pantalonera ajustada donde se podían apreciar sus muslos ejercitados y su buena cola, así levantada y firme. Olía a perfume rico, algo así como channel me pareció.
Se llamaba Alejandro.
Traía una gorra roja que en ocaciones la bajaba un poco a hablar; sus dientes bien alineados, blancos, se me figuraba como que traía el tratamiento de carillas en ellos, en fin, muy chulo y nice.
Verónica traía ya unos tequilas que causaron efecto, ese efecto rico que te da risa y te vale madre todo.
Alejandro les dijo: qué bellas son. Verónica y yo nos volteamos a ver y nos dio risa, pero le contestamos que ya nos íbamos
Él se burló un poquito:
―Seguro se van porque no se han dado cuenta que el horario ha cambiado.
Todos nos reímos y de allí empezó la plática. El joven dijo:
―Saben, soy stripper, ¿no les gustaría que les bailara?
Nos gustó cómo tenía esa manera tan coqueta de hablar y nos señaló una banca que estaba a unos metros, fuimos y nos sentamos.
―¿Ustedes en donde viven? ―preguntó.
―Allá por el west ―contestó Verónica así, con la lengua medio enredada.
―¿y usted? ―insistió, dirigiéndose Sophia.
―Igual que ella ―respondió con cierta molestia.
―¿No se quedaron con ganas de otro vinito? ―agregó Alejandro― es más, ¿hay manera de ir a una de sus casas para seguirla?
―No ―respondieron ellas al mismo tiempo.
Pero él era terco, volteó a ver a Sophia:
―Usted también es muy bella y ese cuerpo que tiene, su cara hermosa. Bueno, empezaré por bailarle a a usted.
Volteó a ver si había cámaras, porque allí mismo en la vía pública quería empezar a mover el bote, y zas, que le agarra la mano a la Sophia y le puso en su paquetón, por cierto nada despreciable, y ella con sutileza quito la mano. Claro que había causado efecto esa acción, pero no quiso verse tan anticuada.
A pesar de la brusquedad y el descaro, fue buena terapia el Momento; insisto, olía riquísimo el tipo, pero era menor que ella, casi podría ser su hijo.
―¿Y en que trabajas? ―le preguntó ella.
―Entreno gente en un gym.
―Pero en tu trabajo de striper, ¿en donde es?, digo, por si queremos irte a ver bailar ―pregunto Veronica.
No contestó, se ponía nervioso con las preguntas, pero trataba de dominarse, y el pack como que se le veía un poquito más grande a través de su pantalón blanco.
Veronica siguó el interrogatorio:
―Ya la neta y al chilen, como decimos en México, ¿a qué te dedicas?
Sofía lo retó:
―Pues cobra por sexo.
¿En serio? ―añadió Verónica fiéndose.
―A ustedes no les cobraría nada.
―Nombre, imagínate amiga, si hubiera empezado contigo, un cuentononón que hubiera salido jajaja (por eso de los tequilas)
―Deveras, a ustedes no les cobraría nada, realmente me gustaron!
Ya un poco fastidiada, Sophia ordenó:
―Andale amiga, ya vámonos.
Entonces el tipo se para y empieza a mover el rabo.
―Ayyy Dios mío, esté buey aquí con sus cosas y nosotros de ilegales, capaz de que ahorita llega la patrulla.
El improvisado bailarín no se daba por vencido:
―¿No les gustaría un trío?
―Pues apenas que sea uno que toque el sax, la guitarra y el bajo, pero no el tuyo Alex, o que vengan Los Panchos pues.
Verónica muerta de risa todavía se lo tomaba de buen humor, Sophia la jalo y le dijo:
―Ya estuvo, no le quitemos tiempo que anda taloneando Alejandrito.
Todavía insistió en dejar su número de teléfono.
―Qué buen rabo tenía ¿no crees, amiga? ―argumento Veronica.
―Sí, de seguro ha de comer muchas papas, o ha de ser bisexual, o igual se la hizo en el gym, al igual que sus biceps y triceps, jajajaja, siguieron comentando atacadas de la risa mientras llegaban a casa.
Araceli Loya es egresada del Instituto de Ciencias Biomedicas de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Trabajó en la misma UACJ y en la Secretaría de Desarrollo Social. También es cosmetóloga, egresada del Instituto Glamour.
Jesús Chávez Marín es editor de Estilo Mápula.