Foto Pedro Chacón
De otro tiempo
Por Gustavo Hirales Morán
Debo decir quizá
que a pesar de todo esto,
(de estas ruinas que ves,
de estos desiertos)
yo la amé.
(La hube amado)
hasta la médula
de mis huesos.
Y diría quedamente
‒si no fuera un exceso‒
entre la piel y el alma.
Excavando extasiado
con los dedos
del sueño,
con las uñas del celo.
Era un amor aquél
esplendoroso impúdico
errabundo,
amor encarrerado que
sin tiempo
como a tientas a ciegas
casi al vuelo
se desploma en recuerdos:
Cómo nos excitaba el olor
de las flores el humoroso vino
la humedad de los sexos.
Días de vino y rosas
troquelados por siempre
o suficiente al menos
Para olvidarte nunca.
Encarnecidos días
(el turbor de tu cuerpo).
O helados como ríos
en el invierno.
Escribe (escribo) Bogensee
y respira de nuevo
en la amada penumbra
de los tibios combates.
En la dulce humedad
de los encuentros.
Y aún hoy puedes mirar
con qué afanosa furia
se anuda y desanuda
el lastimoso amor
Recuerda: el lago (el paraíso)
se encontraba a unos pasos.
Solamente a unos cuantos
sistemas planetarios
de aquella habitación
Y ahora recuerda cuerpo
qué melodía del tacto,
qué sabores,
qué acredisíacos polvos
y banderas
ondeaban en las torres.
Esto es, en los desordenados
balcones del amor…
Toda memoria es triste
y desorbita.
Las alas de la noche la anunciada
carencia de mañanas.
Pretérita nostalgia.
De este hoy tan distante
en que no estás
(Cómo hablas,
como si nada,
como si hablaras solo.
Como si no estuviéramos
navegando el desastre.
Como si nada más…)
Digo: si alguna vez alguna
en las yemas del día
pudiese cara a cara
llanamente
hablar de pérdidas
entonces yo diría
Nunca más alejándose
la que por siempre espera
o por siempre esperada.
Nunca más alejándose
aquel que fuera yo
hace mil años…
Y la palabra amor
escasamente fuera
una mala palabra.
Y preguntarse en serio
por qué el amor
vencido
quiso, mas no alcanzó
a tocar la arena viva.
Cómo fue que fue solo
sueño y como sueño
no levantara altura
ni remontara el vuelo.
Cómo y por qué motivos
encalló en los corales
del destierro
Para no hablar de más…
Ahora transpira el bosque
de alemanes abetos
(el socialismo irreal).
En la humosa taberna
apuramos los tarros
los picheles.
Como en una película nos veo
caminando borrachos por la noche.
embriagados amantes extranjeros
Era otro tiempo y ella
pudo decir impúdica Neruda
como diciendo ahora
no habrá lugar ni tiempo
más allá de esta flor sensitiva
que perece y antes (¡y antes!)
dio luz al sol…
Como solo tenemos
por gracia o por desgracia
nada más esta vida,
no podemos saber ni mensurar
la magnitud del duelo
(sino por la engañosa
conmoción del recuerdo).
Pero ya ves las cosas
cómo son
y cómo no acaecieron
en la corta primavera
del verano de mil novecientos
sesenta y nueve.
Cuando se naufragaba
tras la turbia cortina de
mil lágrimas
en un día sin sol…
Puedo decir quizás
(como consuelo)
Esos fueron los días
mi amiga
que pensábamos nunca
iban a terminar.
Esos fueron los días
aunque no sea verdad…
Gustavo Hirales Morán, escritor mexicano, ha publicado La Liga 23 de Septiembre, orígenes y naufragio, Memoria de la guerra de los justos, El complot de Aburto, Camino a Acteal, Chiapas, otra mirada y Siempre de nuevo. Escribe también periodismo en El Nacional y Unomásuno, Nexos y Etcétera.