Alexia, despierta. Almudena Cosgaya

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Dintel de Almudena

18.- Alexia, despierta

 

 

Por Almudena Cosgaya

 

 

¿Acaso no puede ser destruido lo inmortal? Es que mi destino me conduce por sendas confusas, dudosas y oscuras. Como si quiera un final más horrible e impensable de lo que haya podido imaginar.

 

*

 

La lluvia golpeaba en los cristales de la ventana, haciendo recordar a Alexia aquella noche de tormenta. Y aun le parecía escuchar los primeros llantos. Recordaba muy poco, pero no olvidaría el momento en que ella nació. Sus sollozos se le había pegado al corazón. Después se la llevaron sin que pudiera verla, únicamente le quedaría el recuerdo de su cabello y la piel blanquecina.

Al salir de su cuarto, escucho sus propios pasos y le pareció que hacía mucho ruido al caminar. Optó por quitarse las zapatillas, no quería llamar la atención de los hermanos de la orden, que gentilmente la habían hospedado. No deseaba que la notaran, ni sospecharan lo que le pasaba.

El cielo era tormentoso, oscuro. Alexia maldijo no haber sido más fuerte para evitar que se la llevaran. Pronto escuchó las voces de los hermanos detrás de una puerta y se llevó la mano a la boca para evitar saliera un grito, pues hablaban sobre ella. Sintió que un viento frío le corría por la espalda. Ya no tendría paz ni tranquilidad. Subió a su cuarto y lloró sordamente.

El ardor en sus muñecas y el sonido del goteo en el piso la hicieron deslizarse en un sueño. Alexia no encontraba sentido en todo aquello, pero había paz, espiritual. No había pesadez en su cuerpo, no había dolor. Pero aquello no duró. El dolor volvió a ella de golpe. Su cuerpo estaba entumecido del cuello a los pies.

Los ojos de Alexia se abrieron. Un hombre de vestimenta extraña estaba parado a un lado de la cama; el terror llego en un instante al escuchar la voz.

—Veo en ti dolor, desesperanza y miedo, pero también valentía y sanación. 

—¿Quién eres? —preguntó Alexia débilmente.

—Yo soy… el sanador, el viajero. Te buscado por mucho tiempo para que seas mi elegida, mi avatar.

Alexia no pudo responder. Su cuerpo quedó paralizado y en un instante se desprendía de la conciencia. Del hombre salieron enormes alas y fue envuelta. Una vez a su merced, acercó su extraña cara sin ojos, sin expresión, ni calor. Alexia tuvo la impresión de que era un caparazón.

—¿Aceptas proteger a los viajeros e impartir la sanación?

La mente de Alexia lo negó, pero fue más fuerte la respuesta de su corazón. Se quedó petrificada al instante. Pronto sintió cómo sus extremidades recuperaban la sensibilidad, estaba agotada. Penetrada por un nuevo fulgor, su cuerpo cayo en el sueño.

Pasaron varias noches desde aquel encuentro y ahora Alexia tiene conciencia de los horrores que vigilan desde la oscuridad y preparan sus arman para el último sonido del sello. Cuando el día se haga oscuro como la noche y los días no tengan final.

Era temporada de lluvia.

Cuando despertó, descubrió el origen de lo que le fue arrebatado.

Sus destinos se volverían a encontrar.

 

*

 

¿Cómo podría desaparecer alguna vez lo eterno?

 

 

 

 

Almudena Cosgaya descubrió su gusto por las historias desde niña; hacía fanfics de relatos ajenos, lo cual fue para ella un excelente entrenamiento para escribir luego sus propios cuentos, al darse cuenta de que en algunos de sus relatos de fanfic había creado un personaje que merecía su propia historia. Es autora de poemas y de prosa narrativa. En 2017 publicó su novela La maldición del séptimo invierno.

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