El Bastión: la obra policiaca que no sabías que necesitabas. Rubén Rey

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El Bastión: la obra policiaca que no sabías que necesitabas

 

 

Por Rubén Rey

 

 

 Los autores de Chihuahua nomás no dejan de sorprendernos. Quizás finalmente pudieron dar ese paso evolutivo tan demarcado por Vasconcelos, alejándose, aunque sea un ratito, de la carne asada y abrazando ‒en ratitos también‒ a la literatura. Eduardo Libreros demuestra lo anterior con la primera edición de la tan entretenida obra El Bastión.

La estructura de la novela se edifica en una trama frenética que mantendrá al lector ocupado, alterado y mirando detrás de su hombro a medida que transita por las páginas, llenas de sacudidas. De entrada, el secuestro de un profesor de la Universidad Nacional (y como se sabrá más adelante, miembro del Ministerio de Defensa), en una escena de persecución digna de la más taquillera película de acción. ¿Que si quién orquestó semejante captura? El mismísimo abuelo del protagonista. Casual.

Más adelante, se nos relata el misterioso asesinato de un cardenal, a medida que se van presentando personajes de grueso calibre que engalanan tan audaz trama, como El Gato, El Halcón, Coyame, El Coralillo, El Búho, y por supuestísimo, nuestro flamante protagonista: el doctor Labre (sin olvidarnos tampoco del ranchero malamansa’o, armado con una 45 y que aparece en el capítulo 10).

La novela viene tan llena de detalles y descripciones, que no sentimos pero si ni tantita culpa al contarles que El Bastión es un grupo secreto paramilitar, de ultraderecha, el cual trabaja para ni más ni menos que… bueno, eso sí dejamos que lo descubran ustedes meros. ¡No vaya a ser que luego venga algún elemento de El Bastión a darnos un levantón muy cabrón! (ya que aquí, rimamos bien fregón).

Como todo en la vida, El Bastión tiene sus pros y sus contras; sus luces y sombras. A continuación, les presentamos algunos de ellos. Aclaramos que nuestra palabra no es la última, y que nunca existirá mejor juez que tú mismo, amable lector.

 

Lo bueno:

  • Los capítulos son cortos y directo a lo que van, alejándose de una prosa pesada, viscosa y plagada de adjetivos.
  • Las secuencias de acción no se hacen esperar. Son giros, vuelcos y aceleradas curvaturas que mantendrán al lector al borde del asiento ‒o taza del retrete, desconocemos sus hábitos lectores‒: hay autos a toda velocidad, madrazos a diestra y siniestra (impartidos con ambas, la diestra y la siniestra, así es) y disfraces. Podemos apostar que todo esto haría estremecer de placer al más versado guionista de las películas de El Santo.
  • ¿Lectura? ¡Fácil y lo que le sigue! El lector no va a tenerse que estar devolviendo cada dos páginas porque el autor le daba grandes aires a sus pomposas letras y narrativa fanfarrona. ¡Bendito sea Dios!

 

Lo malo:

  • Algo de mayusculitis aquí y allá que pondrá a revolcarse a los más puristas de la lengua peor que haría el mismísimo Taz (El Demonio de Tasmania para todos los nacidos en los tiempos donde el peso tenía tres ceros).
  • La Guerra Sucia, así como todo lo relacionado con el narco y el tan jugoso, sabroso, dulce y exquisito chismorreo político mexicano; siempre será madera de dónde cortar cuando de alguna obra periodístico- literaria se trate. Esto no es necesariamente malo, mas sepa usted que desde nuestro humilde y sexy punto de vista, estará leyendo material comparable con las sagas juveniles: boom sobreexplotado del cual su audiencia quiere cada vez más (aunque no dudamos que más de un político en México sea en realidad un vampiro o alguna especie de brujo todopoderoso).

 

Para cerrar, bien podríamos decir que la obra de Eduardo Libreros es, ciertamente, un bastión para todo aquel que quiera descansar un instante de las sagas, la literatura de terror, la demacrada autosuperación o hasta de los clásicos (muchos, inentendibles y cansinos a estas alturas del partido).

 

Libreros, Eduardo: El Bastión. Sangre Editores, México, 2021.

 

 

 

 

Rubén Rey es licenciado en ciencias de la comunicación, egresado de la Universidad Regional del Norte y tiene una maestría en comercio por el Tecnológico de Chihuahua. Es doctor en humanidades por la UACH. Escritor comercial y científico.

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