Un instante. Almudena Cosgaya

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Foto Pedro Camacho

Dintel de Almudena

  1. Un instante

 

 

Por Almudena Cosgaya

 

 

Hay cosas en el universo que deben permanecer ignoradas. Tengo la certeza, de que los humanos somos los que hemos creado un clima de horror sobre ciertos artilugios.

Sin embargo, algo dentro de mí me susurra que no debo dejarlo en el silencio. Es como entonces tomo una pluma y un papel, para dejar evidencias que, a mi muerte, den mis albaceas destino a lo que se me han confiado.

 

Amelia B.

 

*

 

Óscar abrió la puerta para entrar al edificio. Deseaba no haberlo sabido, ahora todo lo sabía. El miedo, el dolor, la rabia, la melancolía, el olvido. En poco tiempo lo había perdido todo, o casi todo.

Atravesó un largo pasillo, una sala de espera. Un par de enfermeras le sonrieron y al final encontró unas escaleras; según la indicación del policía, debía bajar dos niveles. No había gente, y la esperanza parecía agotarse en cada escalón. El tiempo pareció doblarse y hacerse largo, volviendo más agónico el recorrido. Sus recuerdos infantiles traían miedo y tristeza, memorias marchitas en su mente amenazada por la locura. Como si todo lo bueno se hubiera quedado en los niveles superiores; le dio la impresión de bajar del cielo al infierno.

Las paredes agrietadas, se percibía un olor maldito, como pilas de cadáveres de generaciones muertas. Humedad. La luz jamás había llegado a ese lugar y Óscar sintió un pequeño alivio a luz de su celular.

¿Por qué estaba ahí?

¿Qué buscaba?

Tal vez darles alivio a sus amigos que habían partido por una búsqueda fortuita. Se obligó a continuar. De pronto, la luz del celular se apagó, se había terminado la batería. Aquello fue la señal de que había perdido rumbo y por más que caminara no llegaría al final. Entonces la noche eterna continuó envolviéndolo, un terror supersticioso fue creciendo en su espíritu; su propia alma estaba envuelta en el sigilo.

De pronto, una figura de abismo se alzó, un repentino grito resonó por todo el lugar.

«Si has venido por tu propia voluntad, debes saber que no todo inicio tiene final».

Al levantar la mirada, Óscar contempló un espectáculo que heló la sangre. De una altura tremenda, una sombra se abalanzaba hacia delante y hacia atrás; unos ojos rojos carmesí lo observaban. Y de todos los impactos imaginables, ninguno fue tan demoníaco como aquel. Sus piernas temblaron por el terror de lo que ahora estaba mirando.

La oscuridad lo envolvió.

En los sueños pudo vagar por antiguos jardines, bosques encantados. El viento era suave y lejos se escuchaba el canto de Las Musas. Una mujer apareció frente a él, no era una doncella, sino una guerrera.

—¿Quién eres?

Tras una breve inspección la mujer contesto.

—No te es permitido entrar. Sé lo que buscas, pero aún no es tiempo. El gran aviso, el acto de misericordia. Ahora regresa, y no mires atrás.

Un sentimiento que no se puede definir invadió el alma de Óscar; una sensación de paz lo reconforto. No volvería nunca, pero tuvo la certeza que no se marcharía solo. Un nuevo sentido, una nueva entidad se incorporaba a su alma.

La pesadilla no tardó en volver. La oscuridad y aquellos ojos rojos que se abalanzaban produjeron aterradoras reacciones. Fue la señal que indicaba que debía salir de ahí. Se dio la vuelta y corrió, un pavor súbito recorrió su cuerpo. Chillidos estridentes espantosos sonaban detrás. En medio del pánico cerro los ojos, llevándose todo por delante, derribando los muebles y dándose contra las paredes en su desesperado intento de escapar.

Finalmente encontró la puerta y sin mirar atrás la atravesó. Todo había terminado.

Las escaleras se encontraron frente a él, sus amigos le sonreían.

 

 

 

 

Almudena Cosgaya descubrió su gusto por las historias desde niña; hacía fanfics de relatos ajenos, lo cual fue para ella un excelente entrenamiento para escribir luego sus propios cuentos, al darse cuenta de que en algunos de sus relatos de fanfic había creado un personaje que merecía su propia historia. Es autora de poemas y de prosa narrativa. En 2017 publicó su novela La maldición del séptimo invierno.

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