Sucedió en Chihuahua

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Sucedió en Chihuahua

 

 

Por Marco Benavides

 

 

En el vasto desierto del norte de México, Chihuahua se extiende como un testigo silencioso de siglos de historia, luchas y glorias, y la constante evolución de su gente. Es una ciudad donde el tiempo parece deslizarse con una suavidad que solo el norte puede comprender, con sus mañanas frescas y soleadas que prometen días largos y cálidos. En uno de esos días, aparentemente común, ocurrió algo que se grabaría para siempre en la memoria colectiva de sus habitantes, un evento que comenzó con la delicada armonía de un piano en una esquina de la Plaza de Armas.

Era una mañana de octubre cuando el sol comenzó a bañar las fachadas coloniales y las nuevas edificaciones que se entrelazaban en las calles del centro. Chihuahua despertaba, y con ella su gente, cada una llevando consigo las historias de sus días. Los vendedores ambulantes montaban sus puestos, el aroma del café y las tortillas recién hechas comenzaba a perfumar el aire, mientras que los primeros transeúntes recorrían sus calles adoquinadas, buscando abrigo en los rayos del sol naciente.

En una esquina de la plaza, un viejo piano permanecía, olvidado de pasadas fiestas populares. Su presencia, imponente a pesar del tiempo que había pasado por su estructura de madera oscura, parecía contar la historia de innumerables melodías que alguna vez resonaron en sus cuerdas. Colocado como parte de un esfuerzo para llevar la música al corazón de la ciudad, ese piano había sido testigo de silencios largos y breves acordes desafinados, pero ese día, algo diferente estaba a punto de ocurrir.

Ana, una joven enfermera que trabajaba en el Hospital Central, pasaba por la plaza como lo hacía cada mañana camino a su turno. Los últimos meses habían sido particularmente agotadores, llenos de largas guardias y la constante batalla contra el cansancio que acompaña la vida en un hospital. Pero ese día, algo en la calma de la plaza la llamó a detenerse. Quizás fue la brisa que levantaba suavemente su cabello o el reflejo de la luz del sol en las teclas del piano. Se acercó sin prisa, como si el tiempo se hubiese detenido, y antes de darse cuenta, sus dedos, con un leve temblor, se posaron sobre las teclas.

Ana no era una pianista profesional, ni siquiera había tocado en público antes. Su amor por la música se remontaba a su niñez, cuando su madre le había enseñado una sencilla melodía en un viejo teclado que aún conservaba en casa. Esa melodía fue la que comenzó a tocar ahora, con suavidad al principio, como si temiera romper el delicado equilibrio de la mañana. Pero pronto sus dedos encontraron confianza, y la melodía se desplegó por la plaza, llenando el espacio con una serenidad inesperada.

El bullicio de la ciudad comenzó a desvanecerse. Los pasos apresurados disminuyeron, los rostros de los transeúntes relajaron sus tensiones, y el aire se impregnó de la magia de la música. Uno a uno, los que pasaban por la plaza se detenían, formando un pequeño grupo alrededor del piano. Entre ellos, un hombre mayor, don Manuel, se acercó más que los demás, sus ojos fijos en Ana y en las notas que resonaban en el aire. Don Manuel, un veterano de la Revolución Mexicana, llevaba en su alma las cicatrices de una época de lucha. Su cuerpo, marcado por el tiempo y la guerra, se movía lentamente, pero su espíritu aún guardaba la llama de la juventud.

La música de Ana lo transportó a esos años perdidos en la Sierra Tarahumara, cuando la vida, aunque dura, parecía más simple. Sin pensarlo dos veces, con lágrimas asomándose a sus ojos, don Manuel comenzó a cantar. Su voz, aunque temblorosa por la edad, resonaba con la fuerza de las canciones revolucionarias que alguna vez habían movido a un pueblo a levantarse. La gente que rodeaba el piano se unió en un coro improvisado, uniendo sus voces en un canto de esperanza y recuerdo.

El evento, que comenzó con una tímida melodía, se convirtió en un hito en la vida de la ciudad. La noticia se esparció como el viento por Chihuahua, y el viejo piano, que hasta entonces había pasado desapercibido, se convirtió en el centro de la vida de la ciudad. Los medios locales cubrieron la historia, y pronto, personas de todos los rincones llegaban a la plaza para tocar, cantar y compartir sus talentos.

En el Hospital Central, los pacientes hablaban de la música de la plaza, pidiendo que un piano se instalara en la sala de espera. Ana, conmovida por la respuesta de la gente, organizó conciertos semanales en el hospital, llenando los pasillos de música y alegría. Don Manuel, por su parte, encontró en la música una nueva razón para vivir, dedicándose a enseñar a los jóvenes las canciones revolucionarias que una vez habían inspirado a su generación.

Así, lo que comenzó como una melodía tranquila en una mañana de octubre, terminó por transformar una pequeña parte de la ciudad de Chihuahua. El piano de la plaza, con su madera gastada, siguió siendo un guardián silencioso de historias y emociones, un símbolo de la esperanza que puede surgir de los momentos más inesperados. Porque, al final, lo que sucedió ese día en Chihuahua fue más que un evento; fue un recordatorio de que la música, la comunidad y la belleza se pueden encontrar en algún rinconcito del mundo.

 

20 octubre 2024

 

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drbenavides@medmultilingua.com

 

 

 

Marco Vinicio Benavides Sánchez es médico cirujano y partero por la Universidad Autónoma de Chihuahua; título en cirugía general por la Universidad Autónoma de Coahuila; entrenamiento clínico en servicio en trasplante de órganos y tejidos en la Universität Innsbruck, el Hospital Universitario en Austria, y en el Instituto Mexicano del Seguro Social. Ha trabajado en el Instituto Mexicano del Seguro Social como médico general, cirujano general y cirujano de trasplante, y también fue jefe del Departamento de Cirugía General, coordinador clínico y subdirector médico. Actualmente jubilado por años de servicio. Autor y coautor de artículos médicos en trasplante renal e inmunosupresión. Experiencia académica como profesor de cirugía en la Universidad Autónoma de Chihuahua; profesor de anatomía y fisiología en la Universidad de Durango. Actualmente, investiga sobre inteligencia artificial en medicina. Es autor y editor de la revista web Med Multilingua.

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