Bisontita querida. Fructuoso Irigoyen Rascón

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Bisontita querida

 

 

Por Fructuoso Irigoyen Rascón

 

 

Bisontita querida

bisontita del alma

el pensar en ti

me roba la calma

 

―¿Qué te parece? ―preguntó el viejo bisonte.

―Suena como canción mexicana. ―respondió el bisonte juvenil.

―¿Sabes que no hay palabra bisonta?

―Me enseñaron que es bisonte hembra.

―¿Y sabes que en inglés al bisonte macho le llaman bull, toro, y a la hembra cow, vaca? Yo nunca le diría vaca a mi bisontita. A pesar de que no hay palabra para nombrarlas, siempre ha habido bisontas como lo demuestran las pinturas en la cueva de Altamira. ¡Nuestras antepasadas de hace 40,000 años![1]  Este solo hecho debería hacer que la Real Academia de la Lengua reconociera la palabra bisonta.

―¡Reclamemos pues!

―No nos harán caso. ¡Solo somos bisontes!

 

Bisontita querida

bisontita adorada

tu recuerdo es dulce

como limonada..

 

―¿Y este?

―¡Mejor!

―¡Imagina! Yo un viejo bisonte de casi una tonelada y ella una bisontita preciosa de menos de cuatrocientos kilos. ¡Hay que componerle versos para conquistarla!

―Eso del peso es tremendo. ¿No podrías dejar tu bisontita para un joven, digamos, de seicientos kilos?

―¿Como tú?

―Bueno sí, pero no exactamente, pues yo…

―Sí, ya sé, pero…

―Tú sabes que en otros tiempos, cuando estábamos en riesgo de extinción, yo hubiera gustosamente sido voluntario para relacionarme con una bisontita.

―¿Relacionarte?

―Sí, tú sabes lo que eso implica. Pero ahora que nos han sacado de la lista de especies en peligro de extinción, jóvenes como yo podemos ser más flexibles y liberales respecto al género y buscar otro tipo de relaciones.

―¡Oquei, oquei! No quise agrabiarte. Aunque me haces pensar: edad y peso. Como que la carne vieja de un bisonte como yo no les interesa a los que hacen hamburguesas, la de un joven como tú, o como mi bisontita, corren el riesgo de ser sacrificados ahora que la carne de búfalo se ha vuelto popular.

―Pues sí, después de que los grupos originarios y Buffalo Bill casi acaban con nosotros, la restauración ha alcanzado un punto en que los humanos se han dicho ¿por qué no nos los comemos?

―He oído que los primos europeos después de estar al borde de la extinción también se han ido recuperando gracias a los esfuerzos del gobierno polaco y de alguna asociación dedicada a su conservación. Mientras que aquí, en América, con esfuerzos similares han logrado sobrevivir en Janos, Chihuahua, México y en algunas partes de los Estados Unidos.

―Me parece haber oído que los que hay ahora en los estados descienden todos de los que sobrevivieron en Janos.

―¿Cómo se dirá en polaco buffalo meat hamburger?

―¿Hamburguesa de carne de búfalo? ―Quién sabe.

 

Pastando, no muy lejos de ahí, dos bisontes hembras jóvenes dialogan:

―¿Tu crees? El viejo raboverde me ha compuesto unos versos.

―¿El del amigo gay?

―Pues sí, ¿cuál otro?

―Y ¿qué piensas?

―Bueno, que si nos damos prisa podré tener un bisontito para la primavera. Si los humanos ven que estoy preñada no me llevarán al rastro. Y he oído que ya se ha decidido que el viejo se quede como semental.

―Y creí que te gustaba el Toribio.

―Sí pues, y rete harto, pero ya lo han herrado, lo que me dice que pronto haran de su carne hamburguesas…

 

¡Buenas noticias para el viejo poeta!

 

[1]   Saura A Ramos, Pedro A. The Cave of Altamira. Harry N. Abrams, Inc. Nueva York 1999.

 

 

Fructuoso Irigoyen Rascón, autor del Cerocahui, una verdadera épica de la región, es médico con especialidad en psiquiatría, con una vasta y brillante práctica profesional. Es autor además de los libros Tarahumara Medicine: Ethnobotany and Healing among the Rarámuri of Mexico y Nace Chihuahua, Gabriel Tepórame y Diego Guajardo Fajardo, los forjadores.

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