Lección 34
El haikú clásico
Poco a poco, a medida que aumentaba la reputación de Basho crecía el número de sus alumnos y se acusaban las características de su técnica: crear con una descripción concisa cierto estado de ánimo; comparar entre sí las dos partes que forman el haikú como dos fenómenos independientes que, sin embargo, guardan relación y hacen resaltar las analogías con la misma fuerza que las diferencias. Fue Basho, también, quien empezó a dar realce a esa técnica especial que consiste en describir algo no por lo que está presente, sino por lo que falta. Más tarde sus alumnos se ampararían en ella hasta dominarla por completo.
En 1681 Basho se entregó de lleno al estudio de las doctrinas del Zen y fue precisamente en esa última década de su vida cuando escribió sus mejores poemas.
Issa (1763 – 1827). Shiki (1866 – 1902). Buson (1715 – 1783). Basho (1644 – 1694). Etsujin (1653 – 1702). Kikaku (1660 – 1707). Ransetsu (1653 – 1707). (Versiones y nota de Nuria Parés).
1
Huele el ciruelo…
¿no es el halo de luna
que llegó al cielo?
―Buson
2
Arte del canto:
La calandria y la rana
discuten tanto.
―Shiki
3
La vida abrazan,
puente sobre el abismo,
hiedras trenzadas.
―Basho
4
¡El Año Nuevo!
Las golondrinas pían
en claro cielo.
―Ransetsu
5
Nieve que ayer
miramos caer juntos
¿vuelve a caer?
―Buson
6
En el mar hondo
hunde el río Mogami
ese sol rojo.
―Basho
7
Las libélulas
calmaron su inquietud
con luna llena.
―Kikaku
8
La luz humea,
la nieve cae, helada
la noche llega.
―Etsujin