Otros libros. Fructuoso Irigoyen Rascón

Spread the love

Otros libros

 

 

Por Fructuoso Irigoyen Rascón

 

 

En mi columna del miércoles pasado intenté describir lo que es en los Estados Unidos el Mes de la Salud Mental de los Grupos Minoritarios. En la de hoy presento algunas reseñas que he publicado en la página de The Center, Comprehensive Mental Health (mi oficina) en el pasado y que tratan, rozan al menos, el tema de la salud mental a través de la historia.

La primera proviene de la magistral pluma de Jorge Luis Borges[1], que describe la condición física del Almirante Horacio Nelson, quien derrotó en Trafalgar a la Armada Invencible española. Dice de él el literato argentino:

 

Desde el punto de vista médico, (el Almirante Horacio) Nelson era un débil constitucional con paludismo crónico con un pasado de parálisis en el lado izquierdo, mutilado del lado derecho (donde no cuenta con el brazo y con el ojo) y con un estado psíquico en el que predominan la depresión melancólica y la obsesión de una muerte heróica.

 

Y más adelante:

 

…la innecesaria y tenaz exposición al peligro mostrada allí (en Trafalgar) es lícito preguntarse si no buscaba la muerte en su victoria (o su victoria en la muerte). Y entonces: ¿la muerte de Nelson fue un encubierto suicidio?

 

La segunda reseña es la de la novela corta de Andrés González Blanco, La hija muerta. Apareció en 1912 en el Magazine Mundial, cuyo director literario era entonces el insigne poeta nicaragüense Rubén Darío.[2]

Es la historia de don Rodrigo Antuña, vecino de algún lugar en Galicia, a quien el destino arrebata su hija de quince años por medio de una complicada fisiopatología que sería difícil de sostener modernamente:

 

era tal la superabundancia de inteligencia que su cerebro de niño no pudo resistir la balumba y se derumbó a poco… Murió de congestión cerebral.

 

Después de la tragedia, Rodrigo veía en otras niñas a su hija muerta, con un “delirio de metempsícosis” las buscaba “engatusándolas con bombones”.

La ciencia de su tiempo lo definió como “erotómano vulgar” y “monomaníaco” mientras que el vulgo lo consideró un “infame sátiro” y el rumor de su peligrosidad se propagó como pólvora encendida. Mientras sus aproximaciones amorosas se enfocaron en chiquillas anónimas, don Rodrigo pudo salirse con la suya ‒de acuerdo al autor‒ “de forma un tanto platónica”. Pero un día acabó metiendose en camisa de once varas cuando rapta a una niña rica y es acusado de “secuestro y de corrupción de menores”.

Tras un proceso legal, que por supuesto lo encuentra insano, es confinado y muere abandonado en el manicomio de Fabricia.

 

La tercera reseña nos lleva hasta la Turquía otomana:

Mustafá I, medio hermano del sultán Ahmed I [3], ‒aunque calificado de neurótico por algunos‒ la mayoría de los historiadores lo consideran francamente retrasado mental. Una buena parte de su vida lo mantuvieron en una habitación conocida como los kafes (jaulas de oro); algunos autores reportan que Ahmed construyó una pared entre el viejo palacio y los kafes, dejando tan solo una ventanita para pasarle comida a Mustafá. Aun así, fue elevado al trono en 1617 a la muerte de Ahmed. Fue después depuesto y remplazado por Osmán. El 18 de mayo de 1622, Osmán fue destronado y Mustafá subió al poder por segunda vez. El 22 de ese mes, Osmán es ejecutado. Como sultan, Mustafá arrancó los turbantes y les jaló las barbas a sus visires. Otros lo vieron tirando monedas a los pájaros y a los peces. En su segundo mandato, creía que su hermano asesinado continuaba vivo y lo buscaba por todo el palacio. Mustafá quería encontrarlo para pasarle la carga del mandato. Tenía una marcada obsesión o preocupación religiosa.

 Respecto a la génesis de los problemas mentales de Mustafá, los historiadores coinciden en que muy probablemente sufría de un retraso mental cuyas consecuencias se agravaron con su encierro y con las repetidas amenazas a su vida. Respecto a cómo la sociedad veía en aquel tiempo la enfermedad mental, resulta muy sugestivo que Mustafá I fuese conocido tanto como «Mustafá el Loco» como «Mustafá el Santo».

 En la dramatization Muhtesem Yuzyil Kosem, Ahmed sube al trono como un joven veinteañero, mientras que Mustafá aparece como un niño de 9 o 10 años. En realidad, Ahmed tenía solo 13 y Mustafá 12 años. En esta misma representación, Ahmed ordena la ejecución de Mustafá salvándolo en el último momento cuando ya los verdugos tenían la cuerda en su cuello y ‒otra vez‒ Handan, madre de Ahmed, fracasa en un intento de matarlo, impedido por Kosem y la vieja aya de Ahmed, quien pierde la vida en ese atentado.

 En la misma novela televisiva, los guionistas prefieren representar a un Mustafá con fenomenología esquizofrénica: la voz alucinatoria que le dice «Ya vienen por tí los verdugos», que le da órdenes (llega a matar a una esclava y casi mata al sultán Ahmed) y le revela las ocultas intenciones de quienes lo visitan. La voz es materializada como un apuesto príncipe (Beihán) que solo Mustafá puede ver y que le habla constantemente. La dramatización del proceso psicótico es excelente.

 

Finalmente, de lecturas más recientes:

Me he encontrado con dos libros interesantes y singulares: Delirio, the fantastic, the demonic and the réel. The buried history of Nuevo León, de la Doctora Marie Theresa Hernández,[4] historiadora y antropóloga y Healing the Fisher King, a Grail quest, del doctor Scott Sparrow,[5] psicólogo y pescador. Los dos son profesores universitarios, la doctora Hernández de la Universidad de Houston y el doctor Sparrow de la Universidad de Texas Rio Grande Valley.

Curiosamente, a pesar de tratar temas diferentes, ambas obras tienen un trasfondo psicoanalítico. La primera, como el título lo delata, de la escuela de Jacques Lacan, la segunda de la de Carl Jung. Hernandez también examina sus hallazgos relacionándolos con los escritos de Michel de Certeau y los de Michel Foucault.

 Hernández escribe acerca de Nuevo León, con sus dialécticamente opuestos gran desarrollo ‒casi de primer mundo‒ centrado en la ciudad de Monterrey, y el persistente tradicionalismo de los habitantes de los muchos pequeños pueblos que a sí mismos se llaman bárbaros. La historia principal en el libro de Sparrow describe una jornada casi mística de pesca con mosca con la cual aparece entre los capitulos el relato de la evolución de una picadura de mantarraya que, infectada, casi le cuesta la vida. Pero el autor advierte que el libro no es solamente respecto a la pesca con mosca ‒que en gran parte sí lo es‒, sino del “abismo entre la mente y el corazón de los hombres y el proceso que puede curarlo y hacernos enteros de nuevo”. El libro proyecta desde uno de los relatos de la Mesa Redonda las imágenes del Rey Pescador y Percival sobre sus sueños y su propia vida ‒particularmente durante sus aventuras y jornadas en la Laguna Madre‒, incluyendo un número de confesiones personales atrevidas y valientes. En una parte prefiere usar con el mismo fin la figura mítica de Milarepa, un héroe tibetano legendario en lugar de Amfortas y Percival (y en otra utiliza la historia de Henry Suso, un monje que vivió en el siglo 15, y la del jefe indio Crazy Horse).

Como decíamos, el trasfondo psicoanalítico es conspícuo en ambos libros, el primero tratando lo imaginario, lo simbólico y lo real de una manera lacaniana, mientras que el segundo relata encuentros oníricos con la sombra y el ánima de una forma jungiana.

La doctora Hernández plantea su vision en asuntos tan diversos como un programa de television, leyendas locales, un monasterio en construcción, los sefarditas en el México del norte, la familia de un gobernador quemada en la hoguera, historias de brujas voladoras y brujas transformándose en lechuzas, el Oratorio de la Medalla Milagrosa, las emparedadas, la ciudad subterránea, los túneles…

Por su parte el doctor Sparrow navega por los conflictos interpersonales: los suyos propios, los de sus padres, de su hijo, de sus amigos. Entre estos son prominentes la historia de su madre que los dejó, a él y a su padre, cuando él tenía 16 años y el suicidio de la mamá de su mejor amigo, que él consideraba como su segunda madre. Relata el libro los sueños en que aparecen la Luz y otras figuras sagradas. Describe la importancia de tener un equipo de pesca de alta calidad y cuenta historias tanto de accidentes como de hazañas aéreas en su familia.

El libro del doctor Sparrow relata muchos de sus sueños, los cuales son extremadamente importantes en el desarrollo de su historia personal; el de la doctora Hernández describe un solo sueño, pero es este muy importante para atar el nudo final de su narración.

El doctor Sparrow se va de la Laguna Madre una vez que había completado su jornada, no solo de pesca, sino de autodescubrimiento y maduración. Por su parte la doctora Hernández denuncia que la Macroplaza de Monterrey, “una amplia extensión de concreto vaciado” es un símbolo de la historia enterrada de Nuevo León como si “los espectros de las mujeres emparedadas o sepultadas bajo las calles cruzaran hacia el mundo de los vivos y dijeran la historia de el “otro lado” y “la poesía del relato etnográfico mezclándose con la poesía que este representa”.

 

 Y claro, hay mucho más que leer y aprender en estos libros.

 

[1]  Diario Crítica 59, septiembre 2 de 1934. Recopilación Irma Zangara 1995.
[2]  Magazine “Mundial” de octubre de 1912 (Año II # 18)
[3]  Ahmed I fue hijo de Mehmet asesino de sus 19 hermanos. Mehmet fue hijo de Selim II alcohólico, y nieto de Suleimán el Magnífico. Ahmed construyo la Mezquita Azul.
[4]  Hernández, Marie Theresa. Delirio, the fantastic, the demonic and the réel. The buried history of Nuevo León. University of Texas Press. Austin, 2002.
[5]  Sparrow, Scott. Healing the Fisher King, a Grail quest. Kindle Edition 2023.

 

 

 

 

El famoso médico y explorador Fructuoso Irigoyen Rascón, autor de Cerocahui, avisa que acaba de aparecer su nuevo libro, Nace Chihuahua, Gabriel Tepórame y Diego Guajardo Fajardo, los forjadores, publicado por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. En el colofón dice que la edición es de 2019, sin embargo, a causa de la pandemia, apenas acaba de salir de imprenta este agosto de 2021.

Deja un comentario