Cocodrilo Bit
Las mujeres de Metimos la pata
Por Benito Rosales
Metimos la pata es mi quinto libro, lo publiqué de manera independiente en el presente año. Es un volumen de cuentos ambientados en los años ochenta y noventa, escrito de una manera accesible. Mi intención fue narrar historias que reflejaran la inocencia y el candor de los años mozos, utilizando personajes que viven la amistad, el amor, la justicia.
Es un libro que me ha generado varias reflexiones, y dos son las que en particular me gustaría mencionar en este espacio. Una es el hecho de que el libro es ligero, no está escrito de una manera solemne ni misteriosa, hay, en cambio, un toque de risa en las acciones que realizan los personajes y en la manera como hablan. Esto no es accidental, mi objetivo fue reflejar la espontaneidad propia de la edad, el deseo de diversión, de experimentación, de los protagonistas.
El segundo: el rol de las mujeres en las historias. No son personajes pasivos que giren en torno a las figuras masculinas. No son las “princesas del cuento” esperando a ser rescatas. Son activas, proponen, discuten, enfrentan, pelean, resuelven. Llevan una relación de iguales.
En la primera historia, en el cuento que le da nombre al libro: “Metimos la pata”, la protagonista, una chica a la que apodan la Huesos, es objeto de deseo del protagonista, y cuando este le mete el pie cuando ella corría en una plaza cerca de su casa, al enterarse que fue intencional, no duda en defenderse y ponerlo en su lugar cuando se le presenta la oportunidad de corresponder de la misma manera. Y simplemente lo hace.
En el segundo cuento: “Indiana”, Martha es pretendida por David, quien está celoso porque ella se ha convertido en una fan de Indiana Jones. Ella siempre intenta darle su lugar, son novios, pero tampoco desea cambiar sus gustos o su manera de pensar solo porque sí, trata en todo momento de explicarle y, en el mejor de los casos, negocia con él, no cede por ceder.
En la tercera historia: “El Tulipán en el cabello”, la chica de la historia tiene una condición de motricidad que le complica moverse con libertad, ella ha asumido el reto sin dejarse llevar por la tragedia, es una chica que sueña, que sonríe, ayuda a su madre a vender flores. Cuando conoce a Andrés, un joven de su edad con quien logra entablar una fugaz amistad, no se hace menos ni espera que éste le tenga consideraciones.
Inocencia es la protagonista de la cuarta historia, es ella el centro de la historia, busca ayudar a un compañero que está en desventaja por la situación económica en que viven, y sin dudarlo ni pensarlo busca hacer todo lo que está en sus manos para procurar una mejor situación para su compañero de clase y amigo, obviamente a su alcance y con sus recursos, dando un ejemplo de vida a sus padres y maestros.
En el último cuento: “Veinticuatro de diciembre”, quien narra es un varón quien cuenta la historia de cómo conquistó a una compañera de universidad. Lo curioso es que en realidad es ella quien lo conquista, quien lo buscaba, quien lo enamora, quien encuentra las condiciones para coincidir con él. Es un amor correspondido, sí, los dos se pretenden mutuamente, pero ante la falta de decisión por dar el siguiente paso, ella decide correr el riesgo.
Mi libro no es un tratado feminista ni un ensayo sobre la evolución y el rol de género a finales del milenio pasado, para nada. Mi deseo a la hora de escribir y realizar esta reflexión es solo dar otra lectura al texto, poner sobre la mesa mi deseo de ver con otros ojos la figura de las mujeres en las historias, aun en cuentos simples y triviales, como pudieran ser las escritas en el libro. Mi deseo es hacerlas protagonistas de mis ficciones, como deberían de serlo en cualquier espacio, más en aquellos que ocupan la realidad fuera de los libros.
19 mayo 2024