Flora, su despertar. Almudena Cosgaya

Dintel de Almudena

 

Flora, su despertar

 

 

Por Almudena Cosgaya

 

 

En un rincón tranquilo de la ciudad, donde el bullicio se desvanecía con el atardecer y viento se daba la vuelta, vivía Flora. Durante años Flora había llevado una vida monótona y segura, atrapada en la rutina de un trabajo que no la inspiraba y en un sueño que yacía dormido en lo profundo de su ser. Se obligaba cada día a fingir su mejor sonrisa y a decirse, «un paso más hacia la jubilación».

Un día Flora contemplaba el cielo que se teñía de tonos cálidos al atardecer, cuando sintió un latido en su corazón. Era una chispa, casi imperceptible al principio, que la sacudía de su letargo y la incitaba a seguir su verdadera pasión: la pintura. Había reprimido ese anhelo demasiado tiempo, temiendo el fracaso o el rechazo. Pero ahora, aquella voz interior era más fuerte que su miedo y no podía ignorarla.

Con determinación decidió dar el primer paso hacia su sueño postergado. Se dirigió a una tienda de arte y compró lo que necesitaba: pinceles, paletas, colores y lienzos en blanco. Al llegar a casa se acomodó en su rincón favorito donde la luz entraba de lleno por la ventana, colocó un lienzo frente a ella. Respiró hondo y sonrió. Comenzó a trazar líneas dejando que sus pensamientos se expresaran en los colores que fluían como ríos de creatividad. A medida que el pincel danzaba, Flora sentía cómo su conciencia se expandía, abriendo las puertas a un mundo lleno de posibilidades antes inexploradas.

Las pinturas de Flora eran un reflejo de su alma. Con el tiempo sus obras evolucionaron en paisajes cautivadores que fluían como música en el corazón de quienes las observaban.

Un día, Flora sintió que era el momento de compartir su arte con el mundo.

Con un nudo en el estómago, las manos frías y el corazón acelerado, publicó sus cuadros en las redes sociales, esperando la reacción de la gente. La respuesta fue asombrosa. Las imágenes que ella había temido liberar durante tanto tiempo se convirtieron en la luz que iluminó no solo su camino, sino también el de aquellos que se cruzaron con sus obras.

El despertar de Flora no solo transformó su vida sino que se convirtió en un faro de inspiración para otros. Personas que habían olvidado sus propios sueños comenzaron a cuestionarse, a buscar aquello que realmente las hacía vibrar. Flora se convirtió en testigo de un fenómeno maravilloso: el despertar de la conciencia colectiva.

Su historia se difundió y aquellos que se sentían atrapados en la monotonía encontraron aliento en las imágenes de Flora. Se animaron a perseguir sus propios anhelos, a despertar a la vida que habían postergado. Flora les mostró que nunca es tarde para seguir el llamado del corazón, aunque nos haga salir de nuestra zona de confort.

Se dio cuenta de que perseguir un sueño no solo la transformaba a ella, sino que también creaba ondas de inspiración que podían llegar a los corazones de muchos. En el despertar de la conciencia encontró el don de inspirar a otros a dar vida a sus sueños.

Así, mientras el sol se oculta en el horizonte, Flora sigue pintando lienzos de su vida, invitando a otros a hacer lo mismo. Porque al despertar un sueño, descubrimos el poder para cambiar nuestras vidas y, tal vez, el mundo que nos rodea.

¿Te animas tú?

 

 

 

Almudena Cosgaya descubrió su gusto por las historias desde niña; hacía fanfics de relatos ajenos, lo cual fue para ella un excelente entrenamiento para escribir luego sus propios cuentos, al darse cuenta de que en algunos de sus relatos de fanfic había creado un personaje que merecía su propia historia. Es autora de poemas y de prosa narrativa. En 2017 publicó su novela La maldición del séptimo invierno.

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