Columna de Acuña
Ni periodista ni escritor: lector
Por Leoncio Acuña Herrera
Alguien dijo alguna vez que muchos periodistas somos en realidad escritores fracasados. No aplica para todos. Gabriel García Márquez o Mario Vargas Llosa empezaron como reporteros, el segundo de radio, y terminaron como genios de la escritura. No se diga en México Elena Poniatowska, en España Javier Cercas.
En mí aplicarían los dos casos: aspiré siempre a ser un escritor, pero me faltó la disciplina, la metodología. Terminé siendo un periodista a secas, como diría Carlos Marín, un chismoso ilustrado.
Creo sin embargo que entre ambas disciplinas concurre una no tan reconocida, con la cual me siento mucho más identificado: la de ser un mejor lector.
Desde niño, en mi natal Sonora, y específicamente en un poblado de Sonora, por alguna razón hubo, gracias a mis cuatro hermanas, muchos folletines de novelas de amor, de aquellas románticas con fotografías. Además de las clásicas ilustradas como Kalimán, Memín Pinguín, Los superhéroes, Archie, Lágrimas y Risas.
Además, en esa revoltura de impresos, los monos ilustrados de Rius como Los Supermachos y Los Agachados, que desde la primaria me dieron una gran perspectiva de lo político.
Bajo el colchón de mis abuelos, en Cananea, había las revistas Prava de la URSS y Granma de Cuba, así como libros: Sin novedad en el frente, La Isla del Tesoro, y otros.
Había libros clásicos que tenían mis padres, derivados de las colecciones del Readers Digest.
Por eso desde chico, a diferencia de mi hermano menor que era fantástico para las carreras o para el futbol, se me dio más el temple nostálgico, soñador y lector.
En la prepa había conocido a Hermann Hesse y a Nietzche, que mi novia me pidió quemar.
Lo de ser reportero fue casi casual.
Cuando salí del Bachilleres 2, le dijo mi hermana mayor a mi mamá: Mira, aquí hay una carrera rara que le haría bien a Leoncio para sacarlo de aquí: ciencias de la comunicación. En Guadalajara.
En aquella ciudad me hospedé en casa de un maestro que había tenido una librería. Caí como abeja en un panal. Descubrí a José Agustín –a quien años después entrevisté en Chihuahua–, a toda la literatura de la onda, Parménides Saldaña, Gustavo Sainz, todos esos.
Mi novela preferida ha sido y lo es Conversación en la Catedral, de Mario Vargas Llosa, de quien he leído casi todo. También, por supuesto, leí casi todo el boom: García Márquez, Carlos Fuentes –también lo entrevisté en Chihuahua–, Julio Cortázar, quien, debo confesarlo, aunque mi esposa hizo su tesis sobre Rayuela, no me terminó de convencer.
En Guadalajara como reportero pude entrevistar Juan José Arreola, Elena Poniatowska, Juan Bañuelos y Mario Benedetti. También a Jaime Sabines.
Con un grupo de cuatro compañeros publiqué un libro de poemas, Los Equidistantes. Me fue muy mal. Dijeron que escribía como guitarra desafinada. Adiós a la poesía desde entonces.
Solo en privado.
Mi escritor favorito de todos los tiempos es Octavio Paz. Eso me llevó a ser objeto de críticas y polémica en la Universidad, porque mis condiscípulos y maestros se inclinaban por la izquierda. Yo también, pero en Paz como crítico político y poeta, encontré lo máximo. Carlos Monsiváis es un gran referente, pero creo que en otra categoría.
Son demasiados autores para citar, pero de memoria tengo a Faulkner, a Koetzee, a Roberto Bolaños, a Murakami ‒que me encanta, pese a sus detractores‒, a Jorge Volpi.
También leí, en libro digital, La Montaña Mágica de Thomas Mann, En busca del tiempo perdido, Proust ‒solo el primer tomo‒, La Señora Dolloway, de Virginia Woolf. Además que aluciné con el Ulises de James Joyce. Me gustaron mucho Kerouac, John Doss Passo y, mucho más, Norman Mailer.
Estoy consciente que me falta mucho por leer, pero es un gran placer y mi mayor pasatiempo.
Fui periodista por azares del destino, pero tienen razón, no soy entrón, ni tengo el estómago de un Julio Scherer, de quien dicen que dijo que era preferible perder a un amigo que perder la nota. En mi caso no aplicaría jamás. Pero entre intento profesionalizarme al menos en el tema, no suelto los libros o estos no me sueltan a mí.
Mi verdadera carrera es la lectura.
Julio 2023
Leoncio Acuña Herrera, periodista y escritor, es licenciado en ciencias de la comunicación. Ha sido reportero en Novedades de Chihuahua, subdirector editorial de Norte de Chihuahua y jefe de información de El Heraldo de Chihuahua. Actualmente cursa la maestría en periodismo en la UACH.