Mi experiencia literaria. Cuquis Sandoval Olivas

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Mi experiencia literaria

 

 

Por Cuquis Sandoval Olivas

 

 

El título abre un infinito de posibilidades porque estamos conformados de experiencias que al irse sumando a nuestro conocimiento van formando parte de la personalidad que nos distingue, dando nombre, sentido y coherencia a lo que hacemos. De esta manera el Ser y Hacer se construyen en un puente de doble sentido donde se aporta, pero, a la vez se aprende de las personas y de todo lo que nos rodea.

Desde que nacemos estamos en constante crecimiento, evolución y desarrollo del pensamiento; cuando ingresamos a la educación formal, los contenidos educativos van conformando en nuestro interior un acervo que nos lleva a aprisionar y darle sinopsis a los conocimientos nuevos con los anteriores, formando síntesis temporales que se van conceptualizando en el intelecto.

La literatura es una forma de explorar el mundo, percibir lo que otros sintieron y los llevaron a conformar un texto, porque la escritura permite trascendencia de un lenguaje.

Hice este breve preámbulo para compartir la experiencia literaria de quien escribe.

Mi amor por las letras inicia desde segundo grado de primaria, cuando la directora de la institución dijo una lectura en voz alta del cuento de Alicia en el país de las maravillas de Lewis Caroll. Sin observar las imágenes, solo con el magnetismo y la voz de la maestra, logró abrir mi imaginación para ser entrar a esa gran aventura.

Los cuentos, fábulas, canciones y otras historias que leíamos en los libros de texto permitieron que se fuera expandiendo mi universo literario. En la comunidad teníamos acceso a cuentos ilustrados de Memín Pinguín, La pequeña Lulú, entre otros. La diversidad de lectura versaba con la oportunidad del encuentro con los textos. Había quien estaba suscrito a Selecciones y Vanidades, donde aparecían las novelas de Corin Tallado. Había también otras revistas que pasaban de mano en mano, llenando con sus letras los recovecos del pensamiento y de ensueños la realidad.

Cuando ingresé a la secundaria, los textos fueron adquiriendo más densidad. En la asignatura de español pudimos adentrarnos al mundo de la poesía, la magia de los cuentos, a novelas cortas que formaban parte del programa. Además había el préstamo de libros entre los alumnos y profesores de la institución.

Durante la adolescencia empecé a ganar dinero, y una de mis pasiones era ir a las librerías a adquirir algunos títulos que en ese tiempo estaban de moda: ¿Por qué a mí? de Valeria Piassa Polizzi, Pregúntale a Alicia de Beatriz Sparks, y muchos otros.

En el curso preparatoria conocí textos filosóficos además de los literarios. Viaje a la cuna de la civilización griega, a los preceptos que hoy en día siguen vigentes, a distinguir por qué esta disciplina es la madre de la ciencia.

Ese camino por las letras escritas de tantos autores, con distintos nombres y nacionalidades, permearon mi alma. En tanto regar ese sembradío de emociones germinó el deseo de escribir.

Empecé con un diario. Después con las formas poéticas y con el género epistolar. Escribí artículos y ensayos con relación a los temas educativos y como escritora mi pluma constante ha permitido el nacimiento de siete libros impresos, dos en proceso y una treintena de antologías cuyos escritos dan respuesta a las convocatorias para las que fueron destinados.

Por algunos años tuve descansos en la producción escrita y en la lectura por placer, ambas entraban en temporadas de reposo, ya que, al estar en constante labor magisterial, la demanda era muy rica, pero a la vez extenuante.

A partir de la entrada del nuevo milenio, en México y varios países del mundo inició una era muy competitiva, se instaló el Programa Internacional de Evaluación de los Estudiantes (PISA), donde se evalúa la comprensión de lectura, la capacidad de entender cierta tipología textual, el sentido y significado; dimensiones que se refieren a los procesos y estrategias cognitivas frente a los textos.

Los resultados de la evaluación, como país, fueron por años consecutivos de los más bajos, dejando áreas de mejora emergentes  que como maestros debíamos de atender. Dentro de esa obligatoriedad volvió a resurgir el fulgor de buscar y crear estrategias que promovieran el hábito y comprensión de la lectura.

Las bibliotecas de escuelas y aulas se equiparon con gran cantidad de libros distribuidos en cinco categorías: “Al sol solito”, “Astrolabio”, “Cometas convidados”, “Pasos de luna” y “Espejos de Urania”, cuyo contenido atendía desde los más pequeñitos hasta la edad de quince años.

Fue una época muy fructífera en mi acercamiento con los libros, porque sentía la obligación moral de leerlos, comprenderlos y diseñar la forma idónea para inmiscuir a la comunidad educativa en su lectura.

Fui promotora de lectura y escritura desde las distintas funciones desempeñadas  en el sistema educativo, permitiendo los alumnos fueran redescubriendo ese mundo mágico.

Ahora soy lectora constante, leo al menos tres libros por mes, aprovecho las ventajas del internet y de los muchos sitios que permiten descargar libros en PDF. Me encanta leer y escribir las reseñas, compartirlas y aprender de la perspectiva y punto de vista de la otros.

La escritura ha sido una consecuencia del camino andado, desde hace más de una década estoy alimentando un blog literario, soy administradora de un grupo poético en Facebook y embajadora cultural de las ferias de libros virtuales; además de ser voluntaria en la Sala de Lectura Leyendo y reconstruyendo, y coordinadora del taller literario Sueños de letras.

Miércoles 28 de junio del 2023

 

 

 

María del Refugio Sandoval Olivas es doctora en educación. Ha publicado los libros Anhelos, sueños y esperanzas, Una rosa sin espinas y Dulce. Su obra aparece en varias antologías. Es columnista de El Sol de Parral y escribe un blog de literatura.

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