Anónimo o de la experiencia literaria. Yobany García Medina

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Anónimo o de la experiencia literaria

 

 

Por Yobany García Medina

 

 

Desde niño pierdo el tiempo imaginando. Solo. Aislado del murmullo castrante de la realidad. Nunca, ni con mi austera capacidad para inventar amigos con las costillas de mis ideas, maquilé el deseo, pienso ahora, perverso de ser escritor o, con toda la desfachatez del término, poeta. En casa no había libros ni revistas, como los que ahora amontono donde puedo, libros encima de mesas y mesillas, arriba de escritorios o castigados en los libreros, apretados en condiciones infrahumanas, parecidas a las de cualquier penal latinoamericano.

Borges decía que para él una infinita biblioteca sería el paraíso; yo no soy nadie para contradecir a semejante escritor, pero mi paraíso, el que he podido imaginar, ve a Dios buscando un infinito espacio porque su místico trono está lleno de libros. Así los libros fueron apareciendo en mi vida, libres, viajando de mano en mano, mochos, deshojados, con cicatrices de carboncillo en sus páginas, amarillentos, quizá hasta eyaculados.

No empecé a leer los clásicos, ni seguí un período estético; tampoco los terminé por completo, era pedacería de lecturas, cascajo de personajes, acciones, metáforas, paisajes, rimas, diálogos, con los que fui rellenando el baldío de mi alma. No me convertí en un devorador de letras; todo lo contrario, a veces un par de palabras eran suficientes para empacharme, entonces, casi por inercia, comenzaba a vomitar mis malas prácticas de lectura en cuadernos viejos, entre apuntes de geografía o civismo, entre dibujos que cualquier terapeuta hubiese considerado el nacimiento de un complejo o trastorno. Ahí, entre el caos y el aburrimiento de mis notas y rayones, dejé caer algunas palabras que parecían historias o canciones o nada, pero sí los fósiles de mi leer y escribir.

Lo digo así, en infinitivo, en un tiempo sin tiempo, en la forma abstracta de una acción en potencia porque lejos estaba de ser escritor y, todavía más importante, aunque suene a cliché, un lector. Ahora pienso que me sentiría más honrado si existiera una jerarquía del lector consagrado o prestigioso; sin embargo, todo aquel que se precie de aspirar a ser un escritor reconocido debió por fuerza autoentregarse el reconocimiento de lector insigne. Yo, aún no alcanzo dicha presea, es más, ni la una, ni la otra. Tampoco es que me desviva por alcanzarla, como cuando inicié el estudio formal de la literatura y la lingüística pensando que con ello me convertiría en la joven promesa literaria de mi país, algo a lo que aspiramos muchos en un estado de conciencia precoz y utópicos de nuestras habilidades extraordinarias en el mundo literario.

Al igual que en el mundo, ruin y maravilloso, el microcosmos del campo literario se rige por desilusiones y trabas, altibajos y hambrunas creativas. Con los años ese sueño alcanza el piso y uno entiende que escribir requiere de una fuerza, de una voluntad humana para seguir haciéndolo a pesar de todo y de nada.

Lo ventajoso reside en que la caducidad del escritor y del lector se puede extender hasta el fin de nuestros días, la edad no es un impedimento, como en el fútbol o el boxeo o algún otro deporte. Por esa razón, me imagino de viejo imaginando que imagino que sigo escribiendo y leyendo, sin sentirme ya tan solo, ni perdiendo más tiempo, sino ganándole. Lo digo porque cuentan las malas lenguas que leer un libro es casi una forma de platicar con los muertos.

Bueno, pues yo seguiré escribiendo con la esperanza de que alguien, algún día, cuando lo que he escrito sea mi voz petrificada, decida entablar una charla conmigo, evitarle, a ese, de antemano querido lector, lo aparatoso de cualquier ritual espiritista.

 

 

 

Yobany García Medina. Escritor, profesor e investigador mexicano, licenciado en lengua y literatura hispánicas por la Facultad de Estudios Superiores fes-Acatlán (unam). Es ganador del Primer Certamen de Minificción Fantástica Lascivia 2013. Es Premio Nacional de Poesía Rogelio Treviño 2017. Ha participado en congresos nacionales sobre estudios literarios. Ha publicado en revistas y antologías, tanto de creación como de investigación, entre ellas: La Sirena VaradaCuentos para el AndénMonolitoRojo SienaPalabreríasBitácora de VueloBistróEl HumoNocturnarioMicrotextualidadesPrimera PáginaPágina SalmónPlesiosaurioLa Rabia del AxolotlRevista MinificciónEfecto AntabúsBiblioteca SarmientoAntología virtual de minificción mexicanaLa otra vozSancaraLa MorrallaMoriaLiberoaméricaLa otra raízPenumbriaA Buen PuertoCanibalismosVoces EncendidasRevista Palabrijes y Destiempos.

2 comentarios en «Anónimo o de la experiencia literaria. Yobany García Medina»

  1. Querido Yobany, me siento tan orgulloso de ti, que parezco papá gallo presumiendo a su pollito. Cada vez que te leo, me sorprendo gratamente ya que me instruyens con tus palabras, siempre reflexivas, siempre atentas… por muy viejas las palabras, siempre las renuevas. Cuando sea grande -metáfora ya muerta-, mejor: cuando vuelva a nacer quiero ser como tú. Te quiero y admiro… deseo que sigas vomitando poemas y desaprendiendo el lenguaje, para que nos sigas despertando la capacidad de asombro.

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    • Mi querido Federico, gracias por tus amables palabras, más porque las haces públicas, y yo que soy tan privado. La admiración es mutua y te lo digo con el corazón en el gañote, cuando yo sea grande quiero ser como tú, así, con ese infinito corazón que ni la verdad áspera y descalabradora de tu boca puede achicar.

      Te quiero, amigo y maestro.

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