¿Para qué escribes?
La experiencia literaria
Por Viviana Mendoza Hernández
Soy una cuarentona que nació en el milenio pasado y ha tenido la oportunidad de ver cómo nos acercamos cada vez más rápido a lo que era inverosímil hasta para la ciencia ficción.
De la inteligencia artificial y de nuestra cada vez más conectada sociedad podemos encontrar ideas en los textos de Issac Asimov y Ray Bradbury.
Con los incendios en Canadá, la nube oscura que llegó a Estados Unidos, las ondas de calor que nos acercan a los cuarenta grados centígrados en un año de sequía notoria en la ciudad, me da miedo saber que los que crearon la película Soylent Green dirigida por Richard Fleischer se equivocaron apenas por unos años respecto a los problemas que nuestra especie va a generar. Y la película se estrenó poco antes de mi nacimiento.
Admito que es de mis pretextos de mi bloqueo como escribidora. Eso se puede resumir en la letra de Playa Girón la canción de Silvio Rodríguez. No logro saber cómo escribir de tantos temas importantes sin que los lectores pierdan tiempo e interés en el caso del periodismo, o se aburran hasta dejar el texto a un lado.
Quiero preguntarle a mi «niña interna», la que quería unirse a la tripulación de «los Tigres de Mompracem», aullar junto a Akela en los bosques de la India y ser de los amigos de Weedon Scott para poder conocer a «Colmillo Blanco» cómo es que podemos volver a ese impulso de escribir que tuvo desde que «nos atrevimos» a mandar una carta a «Tío Patota» e ir a su programa de radio.
Esa niña que sonrió al ver la película basada en la historia de Matilda, de Roald Dahl. Más cuando dice:
Así que la mente joven y fuerte de Matilda continuó creciendo, alimentada por las voces de todos aquellos autores que habían enviado sus libros al mundo como barcos en el mar. Estos libros le dieron a Matilda un mensaje esperanzador y reconfortante: no estás sola.
Cierto que las personas crecen y pasa que, en otras partes, alguien dice lo que una quería expresar. Como es el caso de Rosario Castellanos cuando dice: «Escribo porque yo, un día, adolescente, / me incliné ante un espejo y no había nadie. / ¿Se da cuenta? El vacío. Y junto a mí los otros/ chorreaban importancia».
Eso es lo que marcó el camino de la adulta cuando se encontró de nuevo en la ciudad. Escribirle a un amigo de todas esas cuestiones importantes, encontrar el medio para hacerlo, saber que eso no le importaba, pero a alguien más si, y ese momento era parte de mi vida. Que el amigo me llamara la atención acerca de ese medio, el encuentro con una persona que me llevó más lejos y me ayudó a entender aspectos del periodismo, encontrarme en el camino con otras personas, viajar más.
Creo en el «Manifiesto de Terror Latinoamericano» acerca de que sirve para tocar temas relacionados con nuestras comunidades y ayudar a la catarsis, aún por la vía del miedo que nos acompaña todos los días en los noticieros.
Escribir porque había que compartir algo, tratar de preservar esos momentos e ideas.
Ese es el punto en común al escuchar a periodistas y escritores diversos. Cronistas, a fin de cuentas.
Excepto que la gente relacionada con la ciencia busca lo mismo, tal como decía mi abuelo, y hay gente capaz de devaluar esa misión común por no haber escrito para ser literatos. Cuando un buen literato ha de apoyarse en la ciencia para sus temas.
Escribo cada vez que puedo, en distintas formas y circunstancias. Creo en la casualidad y la causalidad.
Eso es lo que me tiene escribiendo en este momento. Contestando la pregunta que un amigo me hizo hace casi un año, cuando escribía acerca de algunos temas de cine, y notó que no mencionaba lo que actores y artistas que valoro decían acerca de un tema grave, cuyas consecuencias seguimos viviendo.
En unos meses la palabra «Mápula» cambiará de significado para la mayoría de la gente. Las mismas personas que los artistas confrontaban son las que lo han decidido, ignorando que esa fue la estación por donde pasó la primera máquina del ferrocarril el 13 de octubre de 1883 porque por ahí había mucho ganado que debía ser transportado, según unos apuntes que encontré de Froilán Meza Rivera.
Algo como eso se perdería si nadie escribe del tema. Y me pareció interesante recibir la invitación de escribir sobre la experiencia literaria y responder la pregunta que quedó en mi último texto acerca del cine en este espacio.
Escribo para tener recursos, vía trueque o pago para otros proyectos igual de importantes. Eso incluye darme algunos gustos como ir a eventos, comer, viajar y demás eventos.
Escribo y leo porque hace que mi vida no sepa a vainilla.
Dejo otra referencia con una canción de Silvio Rodríguez «La primera mentira» para cerrar este texto antes que se fortalezca el impulso de desvariar.
Viviana Y. Mendoza Hernández es egresada de la Facultad de Letras de la UACH, es autora de la novela Buscando una vida normal publicada en 2007 por la editorial de la misma universidad, así como algunos textos de sus tiempos como estudiante. Ha participado en diversas actividades de promoción y difusión cultural, así como de lecto-escritura para educación básica. Actualmente colabora (entre otros espacios digitales) en el periódico digital El Devenir de Chihuahua en la sección de cultura y escribe en Estilo Mápula la columna Cine Viv.