Estampas de Federico. Jesús Vargas Valdés

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Estampas de Federico

 

 

Por Jesús Vargas Valdés

 

A Federico Corral Vallejo me lo presentó Carlos Montemayor en el Café Calicanto; no recuerdo el año, pero fue entre 1995 y 1996. En aquella ocasión me pareció más joven de lo que era, casi un muchacho, según recuerdo, pero ya tenía 26 años. Luego me comentó Carlos que era poeta y que lo había buscado en la Ciudad de México años antes, cuando recién estaba llegando para continuar los estudios. Tengo el recuerdo difuso de que el joven provinciano llegó a la casa de la calle Árbol del Fuego, donde vivía Carlos, a pedirle que lo ayudara en sus afanes de escritor; como ya era de noche, Carlos le propuso que se quedara a dormir en su casa y que al día siguiente podían platicar. De ahí en adelante fueron muchas ocasiones en las que el joven parralense, nacido el 2 de octubre de 1969, acudió intermitentemente a casa de Montemayor.

Pasaron los años. A finales de los noventa Federico ya había acumulado cinco o seis obras publicadas, pero lo más sorprendente es que había logrado introducirse en círculos literarios de primer nivel en la ciudad de México, y esto no fue resultado de que fueran a buscarlo, sino que en la vida de Federico una de las características principales ha sido la pasión y el empeño con que aborda los objetivos que se propone: Quiso ser poeta y lo consiguió, prueba de ello son los quince títulos que ha publicado; luego quiso ser compositor de canciones y no sé cuántas ha compuesto, pero estoy seguro que son muchas; quiso hacer libros y está reconocido como editor y diseñador gráfico, incluso tiene su propia editorial Tinta Nueva.

El presente libro es la prueba fehaciente de la obstinación de Federico, quien ha reunido los comentarios que a sus obras hicieron reconocidos poetas, escritores y artistas que con toda generosidad enaltecen su obra y su actividad como promotor cultural.

A la hora de valorar la obra de Federico pienso que socialmente lo más relevante de todo lo que hace es el trabajo de tallerista y de difusor de la poesía, específicamente en Parral, su tierra de origen. Entre la gente de Parral, profesores, escritores, incluso políticos, le reconocen el trabajo constante que ha realizado entre los estudiantes de nivel medio y medio superior. Junto con esta actividad ha organizado eventos diversos con el fin de homenajear y reconocer los méritos de varios poetas, especialmente mujeres chihuahuenses, pero no solo se conformó con organizar esos eventos, sino que además, en el año 2008, publicó la primera edición de un libro singular que tituló Agualluvia de letras, poesía femenina chihuahuense 1930-1980, donde presenta poemas de 54 mujeres acompañando en cada caso una ficha biográfica.

En el campo de los reconocimientos que generosamente ha dedicado a otros poetas, destaca el que organizó para José Vicente Anaya dos años antes de su muerte. Con el apoyo de muchas personas preparó una serie de eventos en Villa Coronado, y durante varios días vistió al pueblo de fiesta para que recibiera y halagara a uno de sus hijos destacados. Desconozco cuántos años habían pasado desde la última vez que José Vicente había estado en su tierra, pero entiendo que eran muchos.

Conociendo el medio en el que se mueven los novelistas, poetas, escritores, es muy difícil encontrar a alguien que dedique buena parte de su tiempo a promover la obra de otros, diría yo, una rareza, y diría también que ese es uno de los grandes méritos de Federico. Seguramente son muchos los que piensan como yo y por eso, además de sus méritos literarios, se le reconoce como alguien que promueve la cultura intensamente.

El libro que me pidió que presentara, Estampas críticas, en torno a la obra literaria de Federico Corral Vallejo 1992-2022, recopiladas por Gerardo Pérez Ánderson, considero que se presenta solo, sin embargo, dado el compromiso, les diré que contiene 110 comentarios, estampas elaboradas por igual número de escritores, poetas y artistas. Entre todas estas estampas seleccioné diez que a continuación daré lectura.

 

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Estampas críticas

 

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En la dimensión del pensamiento donde se articulan las palabras, el poeta tiene su universo surtidor. Federico, en su quehacer escudriñador, busca y encuentra el mensaje oculto de las letras, el mecanismo íntimo del lenguaje; porque Federico, poeta muy joven, penetra en el interior de la palabra, acaricia su textura y rescata el mensaje en el aroma que envuelve los vocablos… En Disfrazado de dolor, la poesía es un juego pirotécnico. Disfrutemos, pues, las chispas de la luz que nos ofrece Federico, como una noche iluminada de luciérnagas.

Alicia Acosta (Parral 1927 – Ciudad de México 2019).

 

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Además de ser autor de numerosos poemarios, Federico Corral Vallejo ha dedicado su vida a la promoción cultural, ya sea publicando libros en su Tintanueva Ediciones, o manteniendo un taller en su Laboratorio de letras. Merecedor de importantes premios nacionales e internacionales, del que destaca Los verdaderos ángeles no tienen alas, poemario de una notable calidad poética, confesional y de un gran placer lúdico. Al igual que Baudelaire, con este poemario ha traído un nuevo estremecimiento a la poesía. Él es de los pocos poetas que conozco que están comprometidos con la poesía, pues su trabajo habla por sí solo; algunos de sus libros son contribuyentes poéticos en los vacíos de nuestros tiempos presentes. Humanista a todas luces y muy apreciable amigo.

José Vicente Anaya (Villa Coronado 1947 – CDMX 2020).

 

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Federico Corral Vallejo rescata en este libro, por medio de una investigación y una visión crítica, la totalidad de la obra publicada del poeta parralense Ramón Olvera Cobos, a quien Federico califica como Sembrador del trigo y la palabra, este no es el primer estudio que hace de algún poeta parralense, antes estuvieron: Alicia Acosta, Aurora Reyes, Mario Arras, Carlos Montemayor, entre otros, pues si algo distingue al también poeta, es el deseo de mostrarle al mundo sus raíces chihuahuenses, por tal motivo es que José Muñoz Cota y Roberto Bañuelas, entre otros autores, han sido piezas importantes en el trayecto de la investigación literaria de este autor.

Federico Campbell (Tijuana 1941 – CDMX 2014).

 

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En Covacha sin fe nos encontramos ante un cruce de caminos, donde convergen cinco temas reincidentes a lo largo de ochos partes que conforman este libro: la soledad, una especial nostalgia por la lluvia, la muerte, el amor y el sentido del humor. La voz del poeta transcurre sinuosa a través de la metáfora del navegante; un fabricante de nostalgias, de estrellas luctuosas y de lágrimas tétricas, cuyo oficio es morir bajo el principio creciente y decreciente de la luna, reconstruir el vacío y tejer con palabras, versos con hilos de oro, acentos y rubíes, y puntos suspensivos cual si fueran perlas negras. Aquí la tristeza roza con el sentido de la muerte líquida.

Leticia Luna (Ciudad de México 1963).

 

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No es fácil escribir este tipo de poesía, no se puede tomar el concepto de libre en toda su acepción, es libre solo por no acatar los lineamientos de la rima y la métrica, no para plasmar solo frases superficiales o cacofónicas, ni para utilizar vocablos innecesarios, solo se debe escribir lo indispensable para plasmar musicalmente la idea del sentimiento. En todo el libro abundan las metáforas, estas son para saborearlas, interpretarlas, no se disfruta el leerlo de corrido o en orden, en cada verso, es necesario meterse en él, en el autor, en nosotros mismos… estas 24 gotas de amor, son el resultado del arduo trabajo que Fredy ‒como le decimos de cariño los parralenses‒, ha logrado a base de tesón en sus lecturas.

Guadalupe Monárrez (Balleza 1952).

 

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Alrededor de las palabras de Anna Ajmátova, estas prosas de Vomitar mi muerte, de Federico, inician y concluyen una especie de Odisea que no cuenta con una Ítaca tangible, pero si con el trayecto inagotable del viaje mismo, de la búsqueda misma, de la constante fuga entre sensaciones e ideas. Ahora, estas prosas muestran las naves verbales de Corral Vallejo atracando en costas formadas solamente por palabras; más adelante, acaso, más allá de las palabras de Ajmátova y de sorpresa, estas naves mañana llegarán a puertos seguros, a costas tangibles, a playas cuyo polvo de oro resbale entre las manos y los versos de un nuevo poeta.

Carlos Montemayor (Parral, 1947 – Ciudad de México 2010).

 

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Si bien la poética amorosa, sensual y erótica está por demás vista, escrita y difundida, Federico Corral Vallejo regresa al tema tantas veces convocado y le da su toque estilístico para sorprendernos una vez con la magia de su palabra… porque él es mago de metáforas, alquimista de versos, hermano de la poesía e hijo de la creación literaria… y al decir hermano lo digo en todas las connotaciones que la palabra representa. Es un placer ser la editora del libro En la semilla del deseo. Que viva la palabra, que viva el amor, que viva la poesía.

María Merced Nájera Migoni (Delicias 1962).

 

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Una vez más, Federico Corral Vallejo apuesta al legado de autores contemporáneos para entregar al público lector un guiño de su extenso trabajo como tallerista y promotor cultural, con esta muestra de su pequeña antología Laboratorio de letras, donde encontramos un cúmulo de sorpresas que salen de la tinta de sus alumnos, predominantemente poetas jóvenes cuya labor literaria ha sido intensa y abundante, razones por las cuales, Federico escribe y enfatiza en su prólogo: “Siempre he pensado que no se puede enseñar a escribir, quien nace para escribir lo hará, aun a pesar de sí mismo.” La escritura –más que un don–, es un oficio que asfixia y enloquece.

Rogelio Treviño (Chihuahua, 1953 – 2012).

 

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En México hay muchos hijos de Pedro Páramo convertidos en creadores, y la presente entrevista de semblanza a Federico Corral Vallejo pretende develar qué hay detrás de su vida y su obra: ¿Qué lo hizo ser poeta? ¿Cuál fue su desarrollo? ¿Cómo llegó a la poesía? Si bien: “La vida de los poetas es poesía misma”, acota Juan Villoro en su obra 8.8, el miedo en el espejo. Creo que, si al escribir la tinta no duele, mejor que se quede en el tintero. Conocí al maestro en la presentación de su libro Más allá del dolor y mi alma se quedó sedienta de sus letras, a grado tal que repasaba con mis temblorosas yemas una y otra vez las páginas para impregnarme de sus versos.

Alondra Valverde (Ciudad Nezahualcóyotl 1992).

 

Con este breve poemario, Cementerio de olvidos, Federico Corral Vallejo logra conquistar al público lector de Bolivia, pues además de duelo posee gracia –en el gentil sentido de la palabra–, ya que lleva el sentimiento a corazón abierto hecho llagas. La gracia consiste en que utiliza la forma del caligrama para presentarnos 13 decesos, 13 duelos, 13 cruces construidas no de madera y hierro, sino de alegorías versiles; con candidez y pena va enterrando a sus muertos, no con piedra y lodo, sino con amor y ternura esa que nace de la locura misma cuando uno se encuentra frente a frente con la muerte. Cementerio de olvidos es un oxímoron que después de cada lectura minuciosa, juega a armar un rompecabezas con la memoria.

Enrique González Rojo (Ciudad de México 1928 – 2021).

 

Pérez Ánderson, Gerardo: Estampas críticas, en torno a la obra literaria de Federico Corral Vallejo 1992-2022, Tintanueva Ediciones, México, 2023.

 

 

 

 

Jesús Vargas Valdés estudió la carrera de biología en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional. Es coordinador del Programa Biblioteca Chihuahuense. Publica la página cultural La fragua de los tiempos y es autor de varios libros, entre ellos: Madera rebelde (2015), Consuelo Uranga La Roja (2017), Villa bandolero (2018) y Nellie Campobello Mujer de manos rojas (2020), este último en coautoría con Flor García Rufino.

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