Sangre… ansiedad. Almudena Cosgaya

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Dintel de Almudena

3A. Sangre… ansiedad

 

 

Por Almudena Cosgaya

 

 

Estaba sentada a la mesa de la cocina, sudando y temblando un poco; por su cuello cae un hilo de sangre que sale desde el labio. Su mirada permanece ausente, está perdida. Algo está roto, cubierto y sangriento, y tampoco se sana.

Su mano descansa sobre la mesa y ahora está tan hinchada que los dedos no se mueven en absoluto.

—Será mejor que vuelvas a casa, hija —sugirió un hombre con sotana mientras se ponía de pie.

Entonces todo le dio vueltas a Paola y las escenas regresaron.

—¡Erik!

Sin pensarlo siquiera, Paola corrió hacia donde estaba el grupo de jóvenes; fue cuando algunos se percataron de su presencia. Llegó hasta el chico en el suelo y sintiendo que todo su cuerpo temblaba, corroboró que se trata de Erik. Un sollozo escapó de su boca al ver su rostro golpeado y ensangrentado.

Los agresores se miraron y sonrieron con malicia.

—¡Magnífico! Miren, chicos. Hoy nos vamos a divertir aún más.

Sintiendo que aquello se refería a ella, una sensación brotó de su pecho; el miedo se volvía débil mientras su ira tomaba fuerza. Se quedó de pie entre ellos y Erick.

—¡Váyanse! —les gritó.

Un chico que estaba atrás se abrió camino. Era musculoso y medía casi dos metros.

—¿Y si no, qué? —preguntó con una voz grave. Escuchó risas y pasos que se acercaban a ella.

—Si no se van, voy a gritar… —amenazó Paola.

El corazón le palpitaba con fuerza y una descarga de adrenalina se apoderó de ella.

—Grita todo lo que quieras, nadie vendrá. Y él… —dijo el joven señalando a Erick que estaba inconsciente— no te salvará.

Dos de ellos arrastraron a Erick, y luego se acercaron. Todos formaron un círculo a su alrededor. El corazón de Paola se detuvo al percatarse que no tenía por dónde escapar, los muchachos se acercaron lentamente.

Paola cerró los ojos y respiró hondo. Deseaba con todas sus fuerzas que Erick despertará y la salvará. Pero al abrir los ojos, él no estaba ahí. Ni sus padres, ni los superhéroes.

—¿Qué paso linda? ¿Dónde quedaron tus agallas? —gritó uno de los muchachos.

Se preguntó cómo sería la vida después de este día. La extrañaría alguien en la escuela, su madrina se lamentaría o Marcela. Y de nuevo el miedo se hizo fuerte.

Pensó que tal vez todo terminaría ahí y al final se reuniría con sus padres.

Los volveré a ver, pero no quiero el dolor. Ni quiero la culpa que sentirá Erick. Quiero omitir mis últimos pasos, pero no podría dejarlo y saber que podría haberlo salvado. Tengo miedo. ¡No quiero morir!

Y entonces, algo despertó en su cuerpo.

 

Continuará.

 

 

 

 

Almudena Cosgaya descubrió su gusto por las historias desde niña; hacía fanfics de relatos ajenos, lo cual fue para ella un excelente entrenamiento para escribir luego sus propios cuentos, al darse cuenta de que en algunos de sus relatos de fanfic había creado un personaje que merecía su propia historia. Es autora de poemas y de prosa narrativa. En 2017 publicó su novela La maldición del séptimo invierno.

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