lo bueno de tener un marido bipolar
Por Marisol Vera Guerra
lo bueno de tener un marido bipolar es que
de a poco te das cuenta
que no necesitas el Discovery Channel
ni un colegio privado para tus hijos
ni banda ancha portátil
ni clases de inglés los viernes
ni botas recubiertas de ante
ni ver el hombre de acero en el cine
ni siquiera un televisor
sabrás que la vida es sencilla
más simple de lo que parece
la Internet llega a tu casa como lluvia
a raudales o en goteos intermitentes
pero nunca escampa
siempre habrá un vecino amigable
o un buen golpe de suerte
los niños pueden ir
a cualquier escuela que esté al cruzar la calle
lo esencial lo aprenderán
construyendo robots con trozos de alambre
quitándoles la cabeza a las polillas muertas y claro
en esas interminables charlas contigo
sobre saurópodos y nebulosas
no hay tiempo para el spleen
hasta el aburrimiento es un animal desbocado
los minutos caballos con pezuñas rotas
que bajan por la pendiente del reloj
a los límites de tu silencio
follas diez veces seguidas
y dices no fue suficiente
descubres más lágrimas de las que creíste posibles
al traspasar el horizonte de la realidad
porque la realidad no existe es una mera palabra
para cubrir esos incómodos huecos en el pensamiento
dejados por Dios al concluir su obra
basta un solo par de zapatos
para llegar al desierto o a Soriana o a la tiendita de la esquina
rasgarte la piel entre nudillos
la cabeza en una barda
ese balcón que te seduce y muerde abajo la tierra
sus nubarrones rojos sobre tu carne
Marisol Vera Guerra estudió psicología en el Instituto de Ciencias y Estudios Superiores de Tamaulipas, obtuvo el grado de maestría en ciencias de la educación por la Universidad de las Naciones en Veracruz. Sus primeras obras fueron publicadas por la editorial tampiqueña Voces de Barlovento. En 2008 fue responsable de la revista Anábasis, la cual formó parte de un proyecto respaldado por el Consejo Ciudadano de Tampico. Ha publicado los libros #SilaMuerteSeEnamoraDeMí (2019), Imágenes de la fertilidad: Canciones al hijo del viento (2016), Canciones de espinas (2014), Gasterópodo (2014), Nunca tuve la vocación de Ana Karenina (2012), Tiempo sin orillas (2009), Crónica del silencio (2009), entre otras. Es autora de las obras de teatro Lilith o El juicio de la serpiente, Fotografía sin luz, La caricia de los tulipanes y Restauración del paraíso.
Querida Marisol cada poema nuevo, me sorprende y me deleitas.
Saludos.