Alex
Por Ivan J. Rivera
Mi amigo era un robusto caballero, forjado más que por el sermón de su padre, por el ejemplo. La dilatada sonrisa contrastaba con los severos rasgos faciales y su altura imposibilitaba prever en él, a primera instancia, la humildad que lo caracterizaba. Aprendí a leer sus gestos y movimientos, todos poseían un particular significado. Una fuerte sacudida, producto de su amplia mano rebotando sobre tu espalda significaba: Bienvenido.
Me senté a su lado en la barra del pub, una esquina con temática inglesa en el centro de la ciudad, a la que él fue atraído por la música de rock clásico en inglés, su género predilecto. Encontró ese lugar en sus exploraciones nocturnas y yo encontré esa silla vacía justo a su lado cuando me abría paso entre los asistentes. Sin pedírselo, me recomendó lo que él bebía, y así comenzamos una conversación que en realidad nunca terminó, ya que siempre busqué la continuación de la historia que la madrugada nos había obligado a suspender.
Su estadía en mi ciudad estaba preestablecida por una estricta agenda laboral, tenía un año para terminar una obra urbana de gran estructura, que luego ciertos personajes políticos convertirían en fuente de corrupción en una nefanda administración gubernamental.
Terminó a tiempo la encomienda, su notable trabajo fue reconocido a nivel nacional. Una tarde nublada y melancólica lo despidió de Chihuahua, regresaba a su entrañable Ciudad de México, donde lo esperaban su esposa, sus padres y sus hermanas.
Cuando hablé con él por última vez, noté el miedo en su voz. Me contó que una enfermedad había estado causando estragos en su comunidad, había tocado a la puerta de su casa y acabó con su madre y con su padre. Alex estaba desolado, y yo le dije que todo pasaría. Sin embargo, el mismo virus entró en su cuerpo y acabo con su vida un 5 de enero, ese día los Reyes Magos faltaron por primera vez a casa de sus sobrinos.
Perdimos a un ser que personificaba el concepto de amistad, de esas raras avis en tierra que vuelan una que otra vez sobre nuestros cielos y apenas las alcanzamos a divisar.
Iván J. Rivera estudia el octavo semestre en la Facultad de Derecho de la UACH, desde 2007 escribe un blog en Facebook que tiene muchos lectores y lectoras.