ELIZAMA de Deana Molina UNIVERSO RETÓRICO POÉTICO Y DISTÓPICO. Federico Corral Vallejo

Spread the love

Tintanueva

ELIZAMA de Deana Molina

UNIVERSO RETÓRICO POÉTICO Y DISTÓPICO

 

 

Por Federico Corral Vallejo

 

 

Desde hace 25 años, presentar libros se convirtió en un estilo de vida, el cual disfruto al máximo, pues desde entonces mi cotidianidad se resume a leer y escribir. En esta ocasión es necesario hablar del género novelístico, y empezaré diciendo que la novela es el género literario más leído; a grado tal que muchas producciones cinematográficas están basadas en novelas que posteriormente se han hecho películas; aún y cuando desde tiempos ya lejanos la especulación de la muerte de la novela ha sido planteada. Por un lado, Ortega y Gasset aseguraba la desaparición del género en su obra La deshumanización del arte e ideas sobre la novela, y por otro, Carlos Fuentes en su ensayo Geografía de la novela, acota que desde la publicación de sus primeras obras la muerte de la novela constituía una especulación generalizada por el incremento de medios de comunicación, primero la radio con sus radionovelas, después la presencia de la televisión y por supuesto el cine, en los que la inmediatez de la imagen y efectismo parecían atentar en contra de la lectura reflexiva y por consiguiente de la imaginación. Pero es gracias a la imaginación que desarrollamos al enfrentarnos con las páginas de un libro, que la magia de la literatura estuvo, está y estará vigente por muchos años más. Sirva este párrafo como pórtico para entrar de lleno al tema que nos incumbe: la primera novela de la autora Deana Molina, titulada ELIZAMA, ópera prima corta en páginas, pero gigante en contenido.

Por muchas razones yo clasificaría a ELIZAMA como una novela distópica, ya que capítulo a capítulo nos presenta no una, sino varias historias que se entrelazan a un mundo donde la sociedad de acuerdo con las necesidades de cada personaje modifica el curso de la humanidad, pues desde mi percepción, crítica literaria, estamos frente un texto unísono, es decir, que todos los personajes que la integran poseen la misma voz, mas no la misma visión de los hechos, lo cual genera una lectura suigéneris, pues nos topamos con una historia narrada desde distintas variaciones y tonos. Pareciera que su escenografía fuera representada –metafóricamente claro está–, por: la soledad, la ira, el deseo, la emancipación, el duelo, la desmemoria, etcétera.

Cualquier guiño en esta variable de instancias narrativas nos llevan: al delirio, a la historia, a la filosofía, a la anarquía, a la fe, a la denuncia, a la ética y la moral mal encausadas, que nos aterrizan en la deshumanización de la teoría literaria en torno a las novelas distópicas. Un gran trabajo ha realizado Deana Molina con ELIZAMA, pues entrega 18 capítulos construidos con sentimientos hechos de filigrana, que lo mismo nos emocionan a grado tal que nos hace reír, llorar, rezar, y nos dejan como dice Silvia Pratt en el prólogo del libro con: “conflictos intensos, nudos complejos, plenos de dolor, y de cuyos personajes se deriva una serie de escollos existenciales”. Se percibe en la trama, o mejor dicho en el melodrama, un sabor a pasado y una degustación a futuro, ya que posee los elementos justos para el desarrollo de un fundamento dinámico y novelístico donde el narrador, los personajes, las figuras de construcción narrativa y los sucesos que los entrelazan, nos sitúan de manera inmediata en el tiempo y el espacio de la acción de los hechos, lo cual nos hace ser testigos de un replanteamiento o renovación de efectos estéticos, pues ELIZAMA, al igual que Un mundo feliz de Aldous Huxley, 1984 de Georges Orwell, Rayuela de Julio Cortazar, Sueño de un mediodía de verano de Yannis Ritsos, La invención de Morel de Adolfo Bioy Casares y Ensayo sobre la ceguera de José Saramago, entre otros, cumple a la perfección con los cánones y normas de la novela distópica. Gracias al dominio del lenguaje y a la capacidad escritural, ELIZAMA, del mismo modo que las novelas mencionadas, puede ser leía de principio a fin, del revés al derecho o de forma aleatoria y el contenido jamás se verá eclipsado por el orden de lectura o capitulación.

Hagamos lo técnico a un lado y pasemos a los términos literarios que enriquecen la reinterpretación de tan lograda novela, que emplea figuras retóricas propias de la narrativa y hacen lucir a las palabras, a las frases, a los párrafos y cada capítulo como un recurso lírico muchas veces más poético que retórico, el cual prevalece desde la primera letra hasta el punto final de ELIZAMA. Todo esto de manera consciente de la autora, nada está escrito por presentimiento, sino por pensamiento y sensatez, de ahí que los personajes sean tan humanos como los posibles lectores. Coincido plena y totalmente con el texto de contraportada de Roberto López Moreno que reescribo a continuación, y cito: “En esta novela de nombre ELIZAMA, el lector se sumergirá en un fluido fantástico que hará que a lo largo de sus páginas quede capturado por la sensualidad de una narración poética en la que la poesía ha sido puesta a contar una historia desde los ámbitos de la prosa. Ésta es sin duda una lectura fina y enriquecedora. Por decisión y magisterio de autoría, los personajes viven una objetividad fantasmal o bien, los fantasmas toman vida humana para vivir historias entre clérigos y lujurias, entre otras muchas cosas. Así se trazan las coordenadas de un estado de amor abstracto sobre dimensiones que una realidad aérea arranca a una realidad terrena. Realmente, para insistir en lo real, un excelente trabajo el que aquí se presenta.”

Debo acotar que no es fácil penetrar al universo de ELIZAMA, pues no es una lectura que atrape al primer intento, pero sí, una vez que nos engancha no podemos parar de leer hasta el final; incluso más allá del final queremos seguir leyendo o reconstruyendo el rompecabezas que la historia nos deja en el alma. De ahí a que, como decía Alfonso Reyes: “Leer y escribir son como el cóncavo y el convexo, pues de tanto leer le da a uno por escribir”. Reitero, estamos frente a la primera novela de Deana Molina, cuyos párrafos poseen una narrativa poética tridimensional, pues los personajes poseen el mismo eco de voz, más no su personalidad, ni la capacidad de asombro, gracias a los vasos comunicantes que existen en su periplo literario; todo cuanto acontece dentro sus páginas nos lleva a la reflexión sobre las distintas fases de una historia donde los recuerdos son los mismos, pero distintos. El argumento de ELIZAMA es sostenido por frágiles hilos como: romance, intriga, deseo, envidia, suspenso, denuncia… cada capítulo es una puerta que se abre de par en par, donde hoy por hoy, la ficción por muy distópica, retórica o poética que sea, se ve rebasada por la realidad.

Una vez preparados para entrar a la lectura de ELIZAMA, los invito a adentrarse en esta casa de papel y tinta para degustar la lectura; y una vez leída la novela, los invito a construir o destruir de manera sustentable el libro que tendrán en sus manos. Digo esto porque un libro es una casa construida no con ladrillos, varillas y cemento, sino con papel, tinta y emociones a flor de piel e ideas a ras del sentimiento.

Enhorabuena querida Deana y larga vida a ELIZAMA.

 

FEDERICO CORRAL VALLEJO

Junio 20 de 2022

Ciudad de México

 

 

 

 

Federico Corral Vallejo. Parral Chihuahua, 1969. Poeta, ensayista, crítico y editor. Entre sus obras editadas destacan: Desprovisto de equipaje, A capella 440 y Cartografía de una casa. Su obra ha sido traducida al inglés, francés y portugués; y editada en Estados Unidos, Cuba, España, Argentina, Perú, Brasil, Puerto Rico y México. Dirige Tintanueva Ediciones desde 1997.

Deja un comentario